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«El Consell pagará en especie su aportación [a las arcas de la Orquestra Simfònica] dejándonos gratis el Principal». Así resumió ayer Marcelino Minaya, gerente de la Fundació de Balears per a la Música, el cambio de sede para los conciertos de abono con los que el conjunto balear afrontará la próxima temporada, abandonado, el menos «mientras dure la crisis», el Auditòrium.

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La noticia no sentó bien entre los responsables del mejor escenario balear, a los que, por cierto, el consorcio institucional que rige los destinos de la Simfònica debe ya cerca de 200.000 euros, según reconoció Minaya. Marcos Ferragut, del Auditòrium, considera que el cambio «es un error», aunque asegura que «la puerta siempre estará abierta». Ferragut confiesa que «para nosotros es una pena, porque la Simfònica es más que un simple cliente, es la razón de ser de su existencia [del Auditòrium]. De hecho, mi abuelo lo construyó con esta premisa. Todas las orquestas sinfónicas de Europa están ligadas a una gran sede, que tiene que ser como un instrumento más, por eso pensamos que es un error llevarla al Principal, y lo decimos nosotros, los músicos y seguro que su público también». Mientras que Ferragut señala que «el gasto de estar con nosotros supone un tres por ciento del presupuesto de la Simfònica, no sé qué tipo de ahorro tienen en mente». Minaya aclaró que el «ahorro» es la causa de este cambio de ubicación. «La situación está sobre la mesa y la decisión está tomada, no hay marcha atrás». Para Minaya, la situación viene dada por la «disminución» de las aportaciones del Consell y el Ajuntament de Palma. Respecto a la acústica de ambos teatros y la falta de apoyo que la decisión puede encontrar en los 400 abonados, el gerente reconoce que «el Auditòrium es el Auditòrium, no lo discutimos, pero en el Principal se van a hacer reformas y se va a mejorar la acústica». Por su parte, Salvador Brotons, el director titular, admitió que «se trata de un imperativo» impuesto por la crisis.