LLuís Llach, en Palma. | Joan Torres

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Trasladar equipos informáticos a la región de Palmarin (Senegal) es una de las iniciativas del proyecto solidario Anem més lluny de la Fundació Lluís Llach. Por ello, el autor viajó ayer a la Isla para firmar un convenio de colaboración con la Universitat de les Illes Balears (UIB), que signó junto a su rectora, Montserrat Casas, a través del programa UIB Reutilitza. Llach aprovechó para hablar de su vida lejos de los escenarios, sobre la actualidad y también de la conferencia que ofreció ayer en Sa Nostra para cerrar el ciclo sobre salud La Bona Vida, basada en la figura de Miquel Martí i Pol.

¿Cuál sería la buena vida para Lluís Llach? «La buena vida es un abanico muy amplio de posibilidades», confiesa el artista, quien se proclama un hombre «de izquierdas y solidario», una faceta que le permite «estar más cerca de esa buena vida». Fue en 2007 cuando Llach, artista polifacético, comprometido y uno de los abanderados de la Nova Cançó, se apeó de los escenarios para «comenzar una nueva etapa desde la perspectiva de los años y de la experiencia», aunque matiza: «Muchas personas entienden que la edad y la experiencia son una riqueza, y es cierto, pero a veces suponen barreras. Un servidor no ha dimitido en mi lucha. He dejado de cantar, pero no de reflexionar y tener una visión crítica de la sociedad. Soy tan revolucionario y estoy tan encendido como el primer día».

Para el autor de la popular L’estaca, compuesta en 1968, la música significa «un lenguaje revolucionario que me permite acercarme más a la sociedad, y ser más justo. Crear melodías hace que la vida sea mas interesante y bonita». A pesar de ello, Llach aclara que «aunque pensé que echaría de menos la composición, no es así. Ni siquiera toco en mi casa, aunque es cierto que durante algunos meses vivo en Senegal y allí ni siquiera lo pienso».

El cantante ha encontrado «otras maneras de expresarme» en ramas tan dispares como el mundo del vino o la literatura. Precisamente, el pasado febrero publicó su primera novela, Memòria d’uns ulls pintats, un trabajo de tres años que ha ambientado en el barrio de la Barceloneta en los años veinte y treinta, un momento «en el que se necesitaba un cambio, una ruptura, como hoy en día y como ocurrió en los años setenta y ochenta después de aquel maravilloso mayo del 68».

Sobre la «guerra» lingüística y política en Balears, un asunto de plena actualidad, Llach calificó la política de los gobernantes del PP como «impresentable». «Están destruyendo el territorio y la moral de un país», una situación que, según el artista, se acentúa en las regiones de Balears y Valencia, con «presidentes involucrados en causas judiciales muy graves».

Drama

Lluís Llach considera un «drama» que las canciones que compuso «en un ambiente y unas circunstancias que deberían estar superadas, no lo estén. Por eso muchas de mis composiciones todavía están de actualidad». Por ello, el creador apoya a movimientos como el 15-M. «Hay que saber encontrar un colectivo con el que identificarte y por el que vale la pena luchar».

Precisamente, Llach encontró a una figura «clave» en Miquel Martí i Pol, y en el poeta centró una charla que cerró el ciclo La Bona Vida, ayer, en el Centre de Cultura Sa Nostra de Palma. «Miquel sí que supo disfrutar de los placeres de la vida», concluyó.