Albert Pinya, ayer en su estudio de Palma. | Nacho Jiménez

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El estudio de Albert Pinya (Palma, 1985) en Ciutat se podría definir como un caos ordenado, donde obra, bocetos, ideas y herramientas conviven de manera acorde y lógica. Allí es donde el artista plantea, reflexiona y da forma a sus trabajos, como a una pieza de audio inédita que formará parte en Roma (Italia) de la exposición colectiva Forte Piano. The shapes of sound.

La muestra, que se abrirá al público el 1 de mayo, está comisarida por el crítico Achille Bonito Oliva y en ella también participarán creadores como Roberto Begnini o Vito Acconci, y así hasta 40 nombres. La aportación de Pinya será la obra de audio He-Man y la venganza de Skeletor (2009), un trabajo que «rememora la idea de la arqueología emocional, de la memoria y de la añoranza, y el retorno a la infancia».

También en mayo, el jueves 24, Pinya inaugurará una exposición en la Zona Zero del Casal Solleric, junto a Robert Gutiérrez, y comisariada por Fernando Gómez de la Cuesta y Pau Waelder.

Por otra parte, y ya para final de año, Pinya se estrenará como comisario en la galería Ferran Cano de Palma con la artista italiana Laurina Paperina. Este supone «un paso más y un reto» para el artista, quien considera que «los creadores serán los comisarios y críticos del siglo XXI».