La escritora y catedrática Carme Riera fue elegida la pasada semana miembro de la RAE. | Carles Domènec

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El sillón ‘n’ de la Real Academia de la Lengua (RAE) pertenece desde hace una semana a la mallorquina Carme Riera, catedrática de Literatura Española en la Universitat Autònoma de Barcelona, especialista en el Siglo de Oro y en la poesía española del siglo XX. La octava mujer de la Academia en tres siglos forjó su prestigio académico con trabajos de referencia como La escuela poética de Barcelona (premio Anagrama, 1988). Sus novelas y libros de relatos en catalán recorren desde 1975 casi todos los géneros.

—¿Qué representa ocupar el asiento ‘n’ de la Real Academia Lengua en este momento de su vida profesional?

—Es un honor, por supuesto inmerecido, que llega en un buen momento. Todavía me siento con muchos ánimos para poder trabajar. Además, me gusta mucho la letra que me ha tocado en suerte, la n, de NO, noche, naturaleza, nube...

—Es catedrática y mantiene una estrecha vinculación con la comunidad universitaria. En ese sentido, ¿qué responsabilidad implica ese asiento?

—Tendré que esmerarme aún más en hablar bien y en procurar que mis estudiantes lo hagan.

—¿Y como mujer? En 300 años es sólo la octava académica.

—Mi responsabilidad no es como mujer sino como persona. No entro en la Academia para colocar flores del modo más artístico y «femenino» en un jarrón de porcelana sino para trabajar junto a mis colegas.

—¿Qué retos tiene el castellano?

—Me parece que uno de ellos es consolidarse como una lengua fuerte frente a la colonización creciente del inglés.

—El bilingüismo representa una riqueza pero también una confrontación. ¿Puede tener alguna resonancia el hecho de que algunos de sus miembros, como usted, sean bilingües?

—Entrar en una guerra de lenguas es absurdo, ridículo y representa un atraso. Ese tipo de falsas confrontaciones es típica de las cortas entendederas de algunos políticos que tratan de sacar réditos partidistas de todo. En cuanto a la Academia, valoro muy positivamente su disposición a aceptarme aunque, antes que a mí, escogió, además de a Llorenç Riber, nada menos que a Martín de Riquer y a Pere Gimferrer. Ambos han escrito parte de su obra en catalán.

—¿Ha sido difícil autotraducirse?

—No, al contrario. La versión castellana me ha permitido revisar con distancia versión catalana y, en algunos casos, mejorarla.

—Mallorca sigue logrando en Catalunya muchos premios literarios y reconocimientos. ¿Qué futuro tiene el catalán en Mallorca?

—No me extraña que nos reconozcan el mérito. No en vano muchos de los mejores escritores de las letras catalanas, de Llull a Porcel, pasando por Villalonga o Miquel Àngel Riera, son mallorquines. En cuanto al futuro del catalán, lo veo negro tanto en Balears como en Catalunya.

—Es una conferenciante brillante, una excelente narradora de historias en cada intervención pública. ¿Qué importancia tiene en su carrera este aspecto público?

—Muchas gracias. Mi larga experiencia como profesora me ha proporcionado tablas. La verdad es que me encanta poder estar en contacto con los lectores.

—Trabaja en unas memorias de infancia y en una novela. ¿Qué puede avanzarnos?

—Poco, trae muy mala suerte.