Escenas del Día del Libro en Palma. | Jaume Morey

TW
161

Los libros y las rosas inundaron ayer las plazas y calles del centro de Ciutat para celebrar Sant Jordi, el Dia del Llibre, pero éstos no fueron los únicos símbolos del gran día de la literatura. Los lazos y las camisetas a favor de la lengua y en contra de la política lingüística del PP estuvieron presentes durante la jornada, e incluso haciendo algo de ruido. Tanto fue así que el recorrido oficial del alcalde de Palma, Mateo Isern, y el regidor de Cultura, Fernando Gilet, contó con la intervención sorpresa en la Plaça Major del colectivo Endavant Mallorca, lo que provocó que ambos abandonasen su paseo antes de lo previsto.

La parte más reivindicativa de la fiesta del libro no empañó el éxito de esta edición, en la que «se han superado las ventas del año pasado», celebró Francesc Sanchis, presidente del Gremi de Llibreters. El librero afrontó ayer con «mucho ánimo» su primer Sant Jordi en el cargo, y dijo que «los libreros estamos muy contentos. La gente todavía piensa que el libro es una alternativa de ocio atractiva».

Noticias relacionadas

Muchas familias, turistas y escolares abarrotaron de buena mañana las paradetes de las librerías, quioscos y centros comerciales, animadas por los malabares de Circ Bover. También se hicieron notar los políticos, los que gobiernan, y los de la oposición. En general, pocas bolsas y algunas ideas de compra. Maria Salom y Joan Rotger, presidenta y vicepresidente del Consell, optaron por las rondallas, y Fernando Gilet optó por dos títulos en castellano, uno de ellos el último de Eduardo Mendoza. Desde la oposición, lecturas variadas, pero sobre todo de escritores de la Isla, como Sebastià Alzamora, Pere Morey o Miquel López Crespí. En lo que sí coincidieron unos y otros fue en felicitar a Carme Riera por su ingreso en la RAE, y en comprar su última novela, Natura quasi morta.

Pese a esto, los protagonistas fueron los niños, muy ilusionados con este día. «Yo quiero ése, ¡mamá!», decía uno de los pequeños lectores, aunque su progenitora, más bien, miraba el precio del libro, a pesar del 10% de descuento especial en todos los ejemplares. «La crisis no se está notando mucho, hoy es un día con mucha tradición y, aunque la gente mira más la etiqueta, se sigue vendiendo», apuntó la librera Miquela Serra. Después, al caer la tarde, llegó el «boom» a las paradetes.

Sant Jordi, pese a las negativas previsiones de ventas y climatología, fue agradecido con la población lectora, con los autores y con los libreros. Una fiesta redonda.