De izquierda a derecha, las bailarinas Valeria Pintos, Leticia Hoz, Amaya Ruiz y Caty Carrasco, durante uno de los ensayos de Dansaprop en el centro de creación Moviment, donde dan forma a unas coreografías muy «femeninas». | Pere Bota

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La autogestión en el mundo escénico parece estar de moda; «huir de los programadores, políticos y gerentes de los teatros» parece ser la única opción «válida» en los tiempos que corren. El dicho popular ‘yo me lo guiso, yo me lo como' ha desembocado en el proyecto Dansaprop, de las bailarinas Caty Carrasco, Amaya Ruiz, Valeria Pintos y Leticia Hoz, una propuesta de ‘microdanza' que se estrenó hace varias semanas en el centro Can Danús de Palma. Sus artífices buscan ahora nuevas fechas y escenarios para mostrar todo este trabajo.

Dansaprop se basa en cuatro piezas de pequeño formato, un universo «íntimo y cercano» que permite a las bailarinas dar rienda suelta a su imaginación a la hora de dar forma a unas coreografías que «van más allá del movimiento y del baile», apunta Caty Carrasco, cuya propuesta para el proyecto es la obra Bocado de realidad, donde el papel «voyeur» del público permite a la coreógrafa «observar mi interior y sacar todo de mí, tanto la parte animal y la infantil, como mis lados femenino y masculino». En definitiva, «transmitir mi estado sensorial y emocional», detalla.

Lenguajes

«Un año catastrófico» ha servido de inspiración para Amaya Ruiz y el resultado es la sugerente pieza Destartalar. «Todo surgió muy espontáneo, sin racionalización, y la respuesta ha sido buenísima», explica la bailarina, que también es periodista y actriz, tres facetas y diferentes lenguajes de comunicación que «me ayudan a la hora de expresar». «Lo más gratificante es poder hacer sonreír, o llorar, al público. Poder comunicar con tu cuerpo y con el movimiento, y transmitirlo es lo mejor de esto», añade.

«La experiencia me encanta, da pie a crear de una manera muy amena y eso es muy motivador. La creación propia es lo que más nos interesa», confiesa Valeria Pintos, autora de la pieza Cumpliendo folios, donde la bailarina saca «todo las cosas que tenía enquistadas dentro de mí. Habla del papel de la mujer frente a la sociedad, del amor y de la frustración por perder a alguien y no ver salida».

Por su parte, Extrañas lealtades es la pieza que propone Leticia Hoz, donde «muestro mi necesidad de salir de la rutina y también de qué manera somos leales a nuestras personas más cercanas y, además, a nuestro entorno», relata. Para Hoz, lo mejor de Dansaprop es «la posibilidad de crear tu propia coreografía, donde los movimientos son sinceros y salen de tu interior», añade.

Ahora, y tras la «buena acogida» de Dansaprop en Ciutat, las cuatro bailarinas buscan nuevos escenarios y nuevas fechas, y ya tienen varias citas a punto de cerrar. «La danza es como una droga para nosotras, es como una terapia que sirve tanto para lo mental para lo físico», concluye Caty Carrasco.