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Álvaro Pombo (Santander, 1938), ganador del 68 Premio Nadal con la novela El temblor del héroe, quiso ayer relacionar su obra con la de Rafael Nadal (Girona, 1954), Quan érem feliços, merecedora del 44 Premio Josep Pla. «Soy un escritor que dibuja personajes sin raíces y Nadal explica el arraigamiento», espetó Pombo. Ambos galardones se concedieron el viernes en el Hotel Palace de Barcelona. La novela castellana aparecerá en las librerías el 2 de febrero; cinco días después lo hará la catalana.

«El protagonista de El temblor del héroe es un catedrático que ha tenido éxito con sus estudiantes y, recién jubilado, se aburre», comentó Pombo, quien desveló que «un joven periodista de la revista digital Los inactuales le solicita una entrevista». El autor, miembro de la RAE, añadió que «hay un tercer personaje, de unos 60 años, que patina por Madrid y resbala por la existencia, y representa la actualidad del yo saturado y falto de sustancia». Pletórico y ocurrente, el cántabro comentó que «tengo labia y soy parlanchín desde niño, cuando me encargaba de entretener a las visitas», y contó que «mi mundo es oral y no escribo nada, sólo dicto, cuento y recuento las historias».

Si Pombo es un locuaz conversador, a quien es fácil imaginar como el centro de atención en tertulias literarias de café, Nadal se presentó recio, escueto y consciente de que en Quan érem feliços retrata a su familia, exponente de la pequeña burguesía catalana de provincias, con 12 hermanos, algunos con cargos influyentes como exalcalde de Girona, conseller en la Generalitat, exrector de universidad o, él mismo, director de El Periódico entre 2006 y 2010. «Es una obra autobiográfica, un recorrido íntimo y panorámico por los paisajes de mi infancia con el descubrimiento progresivo de espacios de libertad en la Catalunya franquista y la aparición en nuestras vidas del sexo, la política o la huida a París como corresponsal», avanzó Nadal.