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El arquitecto Antoni Gaudí y el obispo Campins, autor e impulsor, respectivamente, de la «reforma litúrgica» de la Catedral, que comenzó en 1904, vincularon a la misma una «reivindicación de la casa real de Mallorca, un sentimiento de nacionalidad, de país». Así lo explicó ayer la historiadora del arte Mercé Gambús durante su intervención en las I Jornades d'Estudis Històrics de la Seu de Mallorca, organizadas por el Cabildo. De hecho, el origen de la Seu «está vinculado a la acción de los reyes» de dicha casa real, en el siglo XIII.
La citada reforma «no es un tema local, -«[actualmente] es objeto de estudio en foros europeos y americanos»-, añadió Gambús, quien la situó en un contexto europeo de cambios sociales, culturales y políticos vertiginosos que, desde la mirada de hoy, también podríamos denominar «mundo global».
Gaudí, Campins y los canónigos que le rodeaban, intelectuales como Joan Alcover o Costa i Llobera, trabajaron desde la modernidad, pero, «recuperando el gótico» de los orígenes del templo, el «ritual, el ceremonial, la jerarquía, -en el eje central de la Seu situó la silla del obispo-, pero también «la historia, la catalanidad, la lengua, las raíces que la ligaban a Catalunya y una forma de dialogar con la monarquía borbónica», que heredan de los burgueses catalanes.
Así, los cambios trascendentales fueron la eliminación del coro y la reforma de la Capella de la Trinitat, núcleo seminal de la Seu, «que entonces la gente no conocía» porque el coro, en el medio, impedía la visión. Que los sepulcros de los reyes de Mallorca ocuparan la cabecera del templo daba sentido al proyecto. Y para esta capilla, Gaudí, que se encontró con los actuales vitrales de la casa Amigó, «que no le servían», «soñó con una luz transparente, blanca». Así lo dijo el arquitecto en la prensa local de la época.