La banda Antònia Font, ayer en un momento de su actuación en el Castell de Bellver. | Nuria Rincón

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Lo de Antònia Font en el Castell de Bellver no todo era físico ni mental, también era sentimental. La de ayer, fue una actuación de una institución musical en una institución arquitectónica. El mejor grupo local en el mejor escenario.

La velada musical de anoche significaba la cuarta vez que la banda actuaba en la Isla. Ni una sola silla libre. Los arcos del segundo piso repletos. Un total de 600 personas en el recinto. ¿Quién duda hoy en día del poder de convocatoria de Antònia Font en su tierra natal?

Arrancó con Me sobren paraules, adaptado al contexto, sin los sobresaltos de un espacio más amplio, aunque más íntimo. Le sigue Coses modernes. El inicio de sus tres últimos conciertos ha sido exactamente el mismo, respetando el orden de su última puesta de largo, Lamparetes. En otro de los cortes, Islas Baleares, la voz de Pau Debon se detuvo un instante para comprobar si los asistentes siguen ese acento 'guiri'. Y sí, lo hacen.

Debon se tomó Clint Eastwood como una representación teatral, con la implicación y esmero que se le exige a un actor. Se vieron tímidas sonrisas entre los presentes, unas reacciones que al finalizar la actuación serían las protagonistas de una noche llena de satisfacción.