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El último disco de Biel Ballester, titulado Avanti, se aleja de las versiones de músicos legendarios en el género del gipsy jazz y se centra en los temas propios. El mallorquín presenta hoy con su trío, formado por el argentino Leandro Hipaucha y el catalán Graci Pedro, el resultado de la grabación en el prestigioso festival de San Sebastián.

«Es una exploración de mi estilo y el del trío, una forma de exponer nuestra visión del gipsy jazz», aclaró Ballester. En los festivales de San Javier en Murcia, en el de Marciac en Francia, donde tocará por tercer año el 3 de agosto, y en el de Donosti, el trío ha sido requerido por sus creaciones. «Así no hay posibles batallas, ni hay que tocar mejor que nadie», indicó el guitarrista, que avanzó que «en el concierto de Marciac para 6.000 personas, donde abriremos una jornada dedicada a Django Reinhardt, padre del género, es mejor tocar temas propios que interpretar lo que después tocarán figuras como Stochelo Rosenberg». El concierto será emitido por la cadena francesa Mezzo TV.

Para el CD Avanti, Ballester ha recurrido a Hot Clubs Records de Noruega, «la discográfica estrella del estilo manouche». La grabación tuvo lugar en el mismo estudio donde participaron en un programa para Televisió de Catalunya de la serie Jazz a l'estudi, dedicada a músicos y formaciones de Catalunya. «El programa fue un éxito y TV3 prepara otra serie semejante sobre copla y blues», avanzó Ballester, nombrado por la revista Enderrock Mejor Artista de Jazz del año 2011.

Proyectos

Entre los proyectos del trío destaca una iniciativa sibarita. «Con el coleccionista de guitarras Jordi Canivell vamos a reunir guitarras y amplificadores de la época de Django Reinhardt, pastillas originales y discos de gramófono, y realizaremos un clínic para amantes del jazz y del sonido de antes», declaró Ballester. La semana pasada ya se realizó en Barcelona una primera grabación con guitarras modernas. «En noviembre repetiremos el concierto con guitarras antiguas y compararemos sonidos, el resultado será un DVD», explicó. Ballester mantuvo que «en los discos de aguja antiguos se produce un efecto algo fantasmagórico».