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Las canciones de Marlovers suenan espontáneas, tal y como se les ocurrieron esa tarde en que se abalanzaron sobre las sombras del pop para delinear su propio 'abc' musical. Pop technicolor, entusiasta, edulcorado y enternecedor, un puñado de canciones que te conquistan por su franqueza y modestia. «Tratamos de hacer temas pegadizos, cuidando al máximo las armonías vocales, los arreglos,... En ocasiones tienden a ser melódicos y en otras se aproximan a ritmos más acelerados», explica Guillermo Bauzá, miembro del sexteto mallorquín que el pasado 20 de mayo presentó en el S'Art Club de Inca Non Stop Dreaming, su bautizo discográfico y una gran biblia con Beach Boys, Beatles y Byrds siempre presentes en sus oraciones, combinando optimismo rítmico y versos agridulces en la factura de un conjunto que les convierte en los debutantes ideales, pese a que llevan amarrados a un instrumento desde 2005.


Marlovers pertenece a una nueva generación de músicos que saca petróleo del término 'hazlo tú mismo', «hemos grabado prácticamente todas las canciones en casa, con la única ayuda de un ordenador; más tarde, el sello almeriense Clifford Records se interesó por nosotros y decidimos coeditar el disco». Un método 'casero' pero idóneo para registrar el 'calambrazo de inspiracion' en el acto. El de Marina Mullor, Gloria Pujalà, Simó Reus, Eugenio Blanco, Carlos Gómez y Guillermo Bauzá llega en pleno 2011 con la edición de Non Stop Dreaming, un espacio ocupado por voces, guitarras y baterías vaporosas, como sonando desde el fondo del mar. En cualquier otro grupo esa falta de consistencia sería una barrera para disfrutar de su música, pero aquí es un potenciador del ambiente onírico de unas efervescentes canciones que amasan nostalgia, luminosidad y felicidad a borbotones.