El músico mallorquín Jordi Herrera, que debutó hace cuatro años en solitario, en Palma. | Teresa Ayuga

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En su álbum de debut en solitario, Jordi Herrera (Satellites) adoptó un nuevo alter ego: el Hombre de Mazapán. Era él quien nos hablaba de un mundo de fantasía en el espléndido The Marzipan Man Stories (Primeros Pasitos, 2007). En su nuevo trabajo, las fronteras entre fábula y realidad se estrechan, dando lugar a una imponente colección de canciones que se pone a la venta hoy bajo el título The Marzipan Man Adventures. Esta tarde The Marzipan Man celebrará la edición del disco con un pequeño concierto informal en la librería Literanta de Palma y luego iniciará una extensa gira con parada destacada en el Festival Internacional de Benicàssim. Mantener una conversación con Herrera no es precisamente sencillo. Rehuye las preguntas, amparándose en respuestas esquivas y algo infantiles, especialmente cuando se trata de hablar de él mismo y de cómo se proyecta en su música. Pero, a la vez que algo agotador, intentar entrevistarlo es un deporte divertido.

-Da la sensación de que su segundo disco es menos fábula y más humano y cercano.

-Quizás. Es un disco sobre humanos. El Hombre de Mazapán hace fotos a humanos.

-¿Es usted uno de esos humanos?

-No estoy seguro. Sí. Quizás.

-Las canciones suenan mucho más definidas y claras que en su anterior trabajo y, aunque algunas contengan arreglos realmente imaginativos, se sostendrían solas con voz y guitarra.

-No creo que las canciones de The Marzipan Man Adventures sean mejores, simplemente hay más horas de trabajo. He intentado no dormirme en los laureles, ser expansivo. Mis canciones suelen hablar más de las cosas que no he hecho que de las que sí he hecho. Me imagino esas historias, les pongo dos acordes y me quedo más tranquilo porque las llamo canciones. Pero cuanto más me organizo, cuanto más trabajo, mejor es el resultado. Idealmente las canciones se sostendrían solas, pero no lo he conseguido todavía. Quizás si fuera más exigente conmigo mismo podría deshacerme del decorado.

-De hecho, de nuevo ha trabajado solo en la producción del disco, que se ha dilatado casi cinco años.

-Necesito mucho tiempo para terminar las canciones. Si fuera por mí, todavía estaría grabando.

- El álbum parece estar dividido en dos partes.

-Sí, una Cara A y una Cara B. La Cara B es más oscura.

-Ha dicho que sus canciones hablan más de las cosas que no ha hecho que de las que sí. ¿Cree que nos definen más nuestros deseos que nuestros actos?

-No te diré ni que sí ni que no. En el fondo lo mío es un simple desequilibrio autoinducido provocado por mi adicción al café.

-A pesar de esa adicción, suena más plácido y más folk.

-No respondo a preguntas sobre el folk, se meten en un mismo saco cosas demasiado diferentes sólo porque alguien toca una guitarra acústica.

-¿Prefiere que hablemos de su carta astral?

-Mi carta astral es muy hortera. Soy Escorpio ascendente a Cáncer, lo que implica que posiblemente tenga poderes mentales. Saber estas cosas va bien para hacerse el interesante.