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La actual legislatura finalizará en Mallorca con un nuevo instrumento para mejorar la calidad de los servicios de las bibliotecas. Se trata del Mapa de Lectura Pública, aprobado el pasado mes por el Consell tras un trabajo que comenzó en 2007 y que tiene una vigencia de diez años. El mapa establece los criterios mínimos sobre los que los municipios han de crear sus bibliotecas y su elaboración viene marcada por la Llei de Biblioteques de 2006, que exige su creación a los consells insulars.

El citado mapa se basa en unos parámetros aprobados el pasado mes de enero por el Consell de Govern y para su elaboración se ha contado con el asesoramiento de «otras comunidades que ya lo tenían, o que incluso ya lo habían renovado, como la Generalitat, y también la ciudad de Barcelona», explicó Maties Garcies, director insular de Cultura.

Así, en virtud del número de habitantes de un municipio, el mapa determina las características que ha de tener la biblioteca pública y si debe haber más de una, como es el caso, de Manacor, Inca, Llucmajor, Calvià o Marratxí, además de Palma. También se especifican los metros que el edificio tendrá que dedicar a la lectura; la cantidad del fondo: número de libros, CD u otros soportes, así como del equipamiento informático; el espacio que se destinará a formación, como cursos o actividades, «para que éstas no interrumpan la lectura, algo que sucede en ocasiones», comentó Garcies, y también detalla el personal al cargo del equipamiento y las horas de apertura.

Otro de los apartados que destacan en el mapa, comenta Garcies, es que «los municipios de población inferior a 2.000 habitantes no es necesario que tengan biblioteca, pero sí el servicio, que les lleguen los servicios, que pueden ser fijos o móviles, ya que no se puede dejar desatendida a esa población». Por el contrario, los que cuentan con más de 20.000 habitantes han de tener una xarxa de bibliotecas.

Los criterios de la IFLA, organismo internacional de bibliotecarios, así como los de la Unesco, también están en la base de nuestro Mapa de Lectura, al que deberán ajustarse las bibliotecas de nuevo cuño y según el cual el resto debería ir reestructurándose. Teniendo en cuenta los tiempos de crisis, las administraciones supramunicipales tendrán que incentivar que estos objetivos se cumplan. El mapa «se ha elaborado porque le ley lo dice y porque es una herramienta útil para planificar y conocer las realidades y objetivos».

Con este instrumento ya en vigor, «queda por definir cuál será la biblioteca central insular, la que habrá de prestar servicios a toda la Isla y, en especial, a los municipios inferiores a los 2.000 habitantes». En este aspecto, «la ley permite que sea la principal de Palma», pero ésta, por el momento, tampoco está definida.