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No pudimos oír a Toni Bestard gritar: «¡Motor», pero sí le vimos durante el paso previo, el ensayo de una escena en el hospital Juan March, y podemos definirle con el título de una película de John Ford: El hombre tranquilo. Bestard hace indicaciones a los actores en tono bajo y pausado. «Mi objetivo fue que los actores se sintieran cómodos; a veces los directores noveles estamos más pendientes de la parte visual, pero, como yo esa la tengo más o menos superada, me he volcado mucho en trabajar con los actores». El objetivo: «Que hicieran suyos los personajes».