José Luis García Rodríguez, ayer en Madrid.

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«Con humor irreverente, pero con educación, retrato a una familia de gente disparatada desde que en el siglo XIV recibió tierras de Jaime II hasta que pierde todas las posesiones, pasando por la época en que Isabel II le entrega la baronía de Bonamant». Así resume José Luis García Rodríguez (Madrid, 1944) su última obra, El barón de Bonamant , III Premio Irreverentes de Novela.

Este directivo de importantes empresas españolas durante treinta años, que entre 1992 y 2002 vivió en Mallorca, retrata con 'humor negro' el ascenso y decadencia de una familia de la nobleza mallorquina. «Entre los últimos de la saga hay un vago, una casquivana, un homosexual y una nieta psiquiatra», afirmó ayer en Madrid.

«Pretendo mostrar las peripecias de una familia acostumbrada a vivir de las tierras y las rentas, sin trabajar, hasta que lo pierde todo con la llegada del turismo, cuando sus propiedades entre la Serra de Tramuntana y Es Pla dejan de tener valor y, en cambio, el hijo pequeño se enriquece gracias a una constructora y a sus parcelas heredadas junto al mar», explica quien durante una década fue directivo de Iscomar en Palma.

La obra -que se asemeja al absurdo que Eduardo Mendoza desliza en sus novelas- está prologada por una buena amiga de García Rodríguez, la ex alcaldesa de Ciutat, Catalina Cirer, quien, junto a Fernando Villalobos, presentará el próximo febrero el libro en Mallorca.

El autor ha reflejado, junto a una familia aristocrática prototipo, pero inventada (el último barón es Jaime Ripoll de Berenguer y Thomás de Massanet), hechos reales como la visita a Palma y Alcúdia de la Reina Isabel II o la ocupación italiana durante la Guerra Civil con el conde Rossi a la cabeza.

La dedicatoria del escritor, que durante la Transición creó la Federación Social Demócrata Española y se integró en UCD, es para uno de sus mejores amigos durante su experiencia isleña, Juan Miguel Martín García, «un foraster granadino que desembarcó muy joven para trabajar de camarero y recogedor de hamacas y que, a base de constancia, ahora es un reconocido abogado», dijo el autor.