Pablo Pineda, ayer tras la charla en Palma.

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Pablo Pineda no puede evitarlo y se emociona al recordar los momentos felices que le regaló el rodaje de Yo, también , película de Antoni Naharro y Àlvaro Pastor por la que obtuvo en 2009 la Concha de Plata del Festival de Cine de San Sebastián y la nominación al Goya. «La Concha de Plata no fue un premio a la actuación en mi caso. Fue un reconocimiento a todos mis años de lucha, constancia y esfuerzo», reconocía ayer Pineda, licenciado en Magisterio, en Palma, donde participó en una jornada sobre la integración social y laboral de las personas con discapacidad organizada por la Fundació Adecco y la Conselleria de Turisme i Treball.

«La gente aún se sorprende de lo que podemos hacer las personas con síndrome de Down. Hay que cambiar el chip, la sociedad y los empresarios. Sobre todo, porque tenemos derecho a trabajar, no nos están haciendo un favor ni es caridad», comentaba.

Ejemplo

«Yo no he estudiado interpretación y tuve dudas de participar en la película porque no me veía como actor. Lo mío es estar con la gente, dar charlas, pero no actuar», reconoce el primer licenciado europeo con síndrome de Down, que habitualmente pone su experiencia como ejemplo para tratar de concienciar sobre la integración y la igualdad.

Pasada la vorágine mediática, Pablo Pineda no tiene claro que tenga un futuro vinculado al cine. «Si te metes en Wikipedia y pones Pablo Pineda, dice: 'Ha hecho una película'. No tengo formación, no he estudiado arte dramático. Además, creo que prefiero este mundo de sensibilización social y ejercer mi profesión». Sin embargo, de sus palabras se desprende añoranza y la insignia de los Goya que luce en la solapa de su americana advierte de que el cine ha sido una experiencia que le ha dejado huella. «Fue algo mágico, a lo que uno está acostumbrado a ver sólo por la televisión. Fue un subidón muy grande», explica. El actor, al que han ofrecido un proyecto televisivo en Andalucía, recuerda que lo más gratificante fue que le propusieran hacer la película. Desde entonces, la ha visto en infinidad de ocasiones, pero nunca en casa porque «me entra mucha nostalgia».