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Luis García Berlanga tuvo siempre claro, desde el primer borrador, que Mallorca sería en 1963 uno de los paisajes de la que después devino como una de las obras maestras del cine español, El Verdugo. Se dio ese «capricho» porque, según reconocía en el año 95 al diario Baleares, «Mallorca tiene una belleza muy fácil de aprovechar».

Su tour isleño fue «bastante discreto. Por aquel entonces, Berlanga era un director español más», apuntó el cineasta Toni Bestard. A pesar de ello, fueron bastantes los mallorquines que lograron algunos planos como extras de la película y actores, como Xesc Forteza, tuvieron la oportunidad de formar parte, aunque no con papeles protagonistas, de este filme que lograría el reconocimiento de Venecia. Con permiso de este monstruo del teatro, otro de los personajes más recordados en los últimos tiempos ha sido el guardia civil que defendió el actor Joan Ferrer, gracias al trabajo de Toni Bestard en El anónimo Caronte, producción documental por la que fue nominado al Goya al Mejor Cortometraje. El director mallorquín, que se encuentra rodando su primera película, El perfecto desconocido, comentó ayer que El Verdugo es «una de mis películas de cabecera» y Berlanga «uno de los mejores directores del cine mundial, un maestro que creo que será difícil superar».

Bestard, que quiso homenajear en esta producción a «los actores anónimos», recreó en su cortometraje una de las escenas de El Verdugo en la que aparece Joan Ferrer en las cuevas del Drac. «Se ruega a Don José Luis Rodríguez, si se encuentra entre los presentes, baje de la embarcación», era la frase del intérprete en la película. Una líneas que Ferrer y el propio Berlanga recordaron décadas después en un encuentro fortuito en un aeropuerto español.

Visitas

Más allá de esa grabación de dos o tres días, Berlanga volvió a visitar la Isla en otras ocasiones. También Eivissa. En 1988, por ejemplo, el hotel Formentor entregó al cineasta medio millón de pesetas en monedas de veinte duros en concepto del premio Humor y Tolerancia que concedía anualmente.

La última ocasión en la que visitó las Islas fue un año después de retirarse. Tenía 80 años y la filmografía suficiente para que hoy sea recordado como uno de los genios de la cinematografía española.