Manolo Valdés, posando en el Palais Royal de París junto a una de sus meninas. | Farida Guerdjou-Brechemier

TW
0

La obra del que fuera uno de los fundadores de Equipo Crónica, el pop español que aún es referente, regresa a Mallorca, donde se pudo ver en sa Llonja en 2000, y sus grandes meninas en bronce ocuparon el Passeig des Born en el verano de 2007. Ahora, una antológica repasa el trabajo de Manolo Valdés (Valencia, 1942) en el Centre de Cultura Sa Nostra de Palma con trabajos datados entre 1982 y 2002.

-Por ejemplo, en Oviedo hay dos esculturas suyas, dos asturcones, a los que los niños se suben, junto a los que turistas se fotografían. ¿Hasta que punto le importa esa vivencia de su obra?

-Sí me importa porque una de las intenciones que tuve cuando los hice era esa, por eso pedí que no se pusieran en un pedestal, sino sobre la acera. Entonces dije que me gustaría que se les fuera la pátina del bronce porque la gente los usara. Es una buena noticia saber que ocurre así.

-¿Una finalidad de la obra pública es que la ciudadanía la disfrute?

-La obra pública tiene muchas funciones porque hay obra pública conmemorativa de un hecho, a personajes; en el caso de la escultura que yo hago para ubicar en la calle cumple esa función ornamental y de distraer.

-¿Ese tipo de escultura modifica el espacio?

-Siempre ocurre, y el espacio cambia a las esculturas. Cuando encuentro una pieza mía en un lugar donde es apropiado la escultura tiene una lectura, cumple una función; yo he visto mis esculturas en sitios muy distintos y no es lo mismo verlas en San Petesburgo, en las noches blancas, que en Arizona, en un jardín de cactus y a 45 grados de temperatura, o en Nueva York, rodeadas de taxis amarillos, entre el ruido de las bocinas, e incluso nevadas. Uno se da cuenta de que cambian, siempre es muy agradable y una sorpresa.

-Por lo que conozco de su trabajo, parece que el proceso, la alquimia, es un factor determinante en sus cuadros.

-Al final, lo importante es el resultado y lo que el espectador ve, lo que juzga; con lo que se identifica, rechaza o acepta es lo que le enseñas. Lo que sucede es que cuando tienes que producir una imagen hay un proceso y en mi caso es un proceso elaborado, de texturas, de materiales.

-A veces, sus obras rememoran la historia del arte; otras son conceptuales, pero, en ese proceso, ¿le interesa más trabajar el cuadro que narrar algo?

-Me interesa trabajarlo para llegar a un final. A mí me gusta comentar cuadros de otros artistas, lo que sucede es que mis comentarios no son como los de un poeta o un músico, que hablan del cuadro desde otra especificidad. En mi caso hago los comentarios desde la propia pintura. Por ejemplo, tenemos a Las meninas de Velázquez, que todo el mundo conoce y que tantos comentarios ha generado en todos los campos. Yo comento y parto de algunas imágenes para hablar de ello y para conseguir que de una imagen salga otra.

-Además aporta un plus.

-Si cojo una imagen de una cabeza del siglo XVII que tiene 30 centímetros de escala, a lo mejor hablo de ella a partir de una escala de tres metros. Entonces, ¿qué estoy diciendo, además? Pues que el pop art me ha enseñado que una cabeza que en un determinado momento histórico tenía un tamaño naturalista, también se puede hacer con esas escalas. Por eso, además hablo de la historia. También puedo decir que desde que la imagen ha sido pintada hasta que la he retomado han sucedido muchas cosas: la pintura abstracta, la informal, con materia, y todo eso trato de reflejarlo, de ver si puedo añadir una letra más al alfabeto que me ha ofrecido la historia del arte.

-Muchas de sus pinturas son muy matéricas, sin embargo, el dibujo es crucial en su trabajo.

-El trabajo lo empiezo siempre dibujando a lápiz, haciendo un dibujo muy preciso, a una línea; y aunque la materia casi siempre se sale de los límites del dibujo, termino fijándolo con una raya.

-En la exposición de Palma hay obras de pequeño formato, pero en su trayectoria parece que el tamaño sí importa. ¿Siente la necesidad de expresarse a lo grande?

-La verdad es que sí, al final tengo esa tendencia, seguramente es algo que el pop me ha enseñado o llevado a ello, pero sí que es verdad que me siento más cómodo con los formatos grandes.

-¿Se lo pide la obra?

-Lo pide la obra y me lo pide un poco el cuerpo. Desconozco el motivo, pero cuando trabajo con esas escalas me siento más cómodo. En el estudio siempre tengo telas preparadas de todos los tamaños y siempre voy a las grandes; pero insisto, no me hago la pregunta, voy a donde me pide el corazón.