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El actor David Ordinas (Palma, 1979) ha hecho el cásting para uno de los papeles protagonistas del musical Los Miserables, que se representará en Madrid. Formado en la escuela Circle in the Square de Nueva York, el mallorquín ya protagonizó La Bella y la Bestia, montaje que permaneció un año y medio en cartel en Madrid y medio en Barcelona, con el que en esta ciudad obtuvo el premio Butaca por votación popular.


-¿Qué aprendió de La Bella y la Bestia?

-En España hay pocas escuelas de teatro musical. Después de dos años estudiando en Nueva York, con La Bestia fue la primera vez que puse en práctica los conocimientos aprendidos. Fue un espectáculo duro física y vocalmente. Mi postura física fue difícil y hay que tener en cuenta todo lo que debía llevar encima: la máscara, el pelo, el vestido... En las últimas funciones, mi cuerpo ya no aguantaba más.


-Durante la función, ¿cómo se comunicaba con el público infantil?

-En las tres primeras escenas, cuando yo era más malo, algunos niños lloraban, gritaban y querían irse, pero después, al ver que el personaje se hace bueno, lo vivían más que nadie. Los niños entendían perfectamente que la belleza se puede encontrar en el interior.


-¿Por qué se fue a Nueva York?

-Trabajaba en Madrid con la obra Cabaret y sufrí una crisis de identidad. Aunque tenía un papel secundario, pensaba en la gente que había pagado 60 euros y en que yo no tenía ningún título ni había estudiado nada. Para demostrar respeto a mi profesión, debía prepararme. En tres meses, me planté en Nueva York. Hice una audición y entré en la escuela. Teatralmente, ha sido lo mejor que me ha pasado y una experiencia buenísima. Disfruté mucho de la escena teatral, pero no tanto de la ciudad. Aprendí muchísimo, la escuela Circle in the Square, en la que estudie, tiene mucho nombre.

-Pero regresó

-Me harté de los problemas relacionados con la inmigración. Yo llegué a Nueva York engañado porque pensaba que si era suficientemente bueno, podría trabajar. Estuve muy liado con temas de abogados y embajadas. Cuando acabas los estudios consigues nueve meses de visado. Me contrataron para la obra Evita, pero después de nueve meses me darían la patada. Me rendí. Ya tenía manager y representante. Me ofrecían papeles, pero cuando me preguntaban por mi situación legal, no había forma de seguir.


-Usted es actor, cantante y compositor. ¿En el fondo,
todo es lo mismo?

-No. Nunca he dejado de trabajar pero el trabajo de actor es difícil. Siempre te están probando. Me gusta actuar pero, más adelante, me gustaría estar detrás de los escenarios como compositor, director o dramaturgo. Cuando llegas a los 30 años ya no puedes interpretar a los personajes jóvenes ni tampoco a sus padres. Se escriben pocos papeles para esta edad.


-¿Sus inicios musicales fueron con el heavy y el grupo Límit?

-Disfrutábamos mucho, pero terminaba afónico. He tenido que luchar mucho para llegar a cantar como lo hago. Hay gente que aprende la técnica de forma más fácil. Estudié en el conservatorio profesional y me gustó. Me gustaba la ópera pero, un día, una profesora me dijo que debía decidir. Preferí ser un cantante más ligero.