Una tabla, conservada en el museo de la Catedral de Mallorca, en la que se representa a Sant Vicenç Ferrer ofreciendo un sermón en la Seu. | Redacción Cultura

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Sant Vicenç Ferrer (Valencia, 1350- Francia, 1419) fue el protagonista de uno de los acontecimientos sociales y religiosos más importantes del siglo XV en Mallorca. Su «fama extraordinaria y sus sermones generaron absoluta pasión religiosa», y, en la Isla, donde fue invitado a venir en 1413, fue recibido como «un héroe».

El fervor y el seguimiento social que generó su gira de seis meses se recuerda hoy en centenares de leyendas y se conserva, aunque no en el mejor de los estados, en un extenso patrimonio iconográfico, literario y escultórico. «No hay ninguna iglesia o pueblo de Mallorca que no tenga un recuerdo legendario o devocional dedicado a él. La Isla se volcó con su visita y todos los municipios recuerdan de alguna forma su estancia. En Palma, una de las piezas más importantes es una trona gótica que hay en la iglesia de Santa Eulàl·lia», explica el historiador Tomàs Vibot, quien firma, junto a Catarina Valriu, la publicación Sant Vicenç Ferrer a Mallorca: història, llegenda i devoció (El Gall Editor/IEB).

«El desaparecido Convent de Sant Domingo de Palma, donde se alojó, es parte de lo que se ha perdido. Además, han desaparecido muchas de las capelletes de calle dedicadas a su figura», dice Vibot. La publicación describe, a modo de rutas, cómo fue el itinerario de Sant Vicenç Ferrer por la Isla en su misión de «reforzar al Estado y a la Iglesia» en un momento social difícil, en el que los ciudadanos estaban duramente afectados por la peste, el hambre y las sequías. Además, localiza las zonas por las que pasó, cómo llegar a ellas, lo que sucedió allí y si se trata de un hecho histórico documentado, un milagro o una leyenda.

«En algunos pueblos hay documentación de cómo preparaba sus apariciones. En Lluc desviaron la acequia de la plaza para que cupiera más gente», detalla el historiador. También hay leyendas que recuerdan sus milagros, acontecimientos que lograron que su fama «fuera tan potente que se le considerara un santo en vida», como curar enfermedades o hacer llover.

Tronas, capillas, cuadros, frescos, reliquiarios, tallas, retablos o construcciones hechas en su honor son la memoria de aquella estancia, que finalizó en febrero de 1414 con éxito. «Aunque no puede decirse que sea una consecuencia directa, Mallorca se volcó y, después de esto, hubo una conversión masiva a la fe católica», asegura Vibot, quien ha utilizado para esta publicación un estudio anterior publicado por Llorenç Pérez y recorrido muchos municipios en busca de la huella del santo.

El libro incluye también una extensa bibliografía, así como textos narrativos, poéticos y religiosos dedicados a Vicenç Ferrer.