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La velada, original y mágica gracias a una fórmula que combina arqueología, luminotecnia, paisaje y música. Entorno natural fascinante (Randa perfilándose a un lado, la luna creciente sobre nuestras cabezas y la puesta de sol dominando el espectáculo) que expande un ambiente pacífico subrayado, además, por el buen hacer y la ausencia de prisas de una organización que dejó corretear a algunos niños incluso durante el concierto: la naturaleza permite estas libertades.

Funcionó la logística, desde el parking sobre hierbas y pajas a las sillas, que no faltaron, pasando por la amplificación, las luces jugando a crear ambientes y efectos como la sorpresa final al tocar el tango de Gardel a oscuras y entre luciérnagas que eran los arcos. Sin olvidar la pa amb oliada que nos reunió o detrás del yacimiento de Son Fornés: una apuesta exitosa para disfrutar de la cultura lejos de academicismos. Vivaldi a la fresca y con él los últimos trinos de los pájaros refugiándose en los árboles como telón de fondo de los trinos violinísticos que adornan las estaciones del barroco italiano. Orquesta de cuerda sin violas, adaptada a las peculiaridades de los jóvenes que la forman, alumnos avanzados capaces de enfrentarse a un repertorio técnicamente exigente. Pudimos escuchar a tres solistas magníficas que asumieron su protagonismo sin timidices ni desmayos. Al contrario, cuando se produjeron algunos pequeños desfases en el conjunto, cada una de las tres supo esperar o recuperar el hilo del discurso con normalidad, toda una demostración de madurez interpretativa y de seguridad. También de armonía y entendimiento en el grupo: capacidad de escucharse, atención al otro.

Virtudes que forman parte de la educación musical que se adquiere trabajando en orquestas o ensembles como esta.

Entre atriles, retirado a un segundo plano vigilante, el profesor y responsable de que el grupo suene afinado y con estilo. Estupenda la técnica de estos jóvenes intérpretes, especialmente ellas, que aprovechan oportunidades como esta para profundizar en dinámica y expresión, en balance sonoro, en voluntad comunicativa. Fue un encuentro distendido que funcionó como marco ideal para la presentación de una camerata con tablas, valiente y, a pesar de su juventud, madura.