Miles de ciudadanos visitaron la capilla ardiente del escritor portugués. | Efe

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Políticos, admiradores, amigos e intelectuales dieron ayer un emocionado adiós a José Saramago, cuyos restos fueron incineraron mientras su esposa, Pilar del Río, pedía que sólo lloren quienes no le conocieron. El primer ministro luso, José Sócrates, y la vicepresidenta española, María Teresa Fernández de la Vega, encabezaron el nutrido grupo de autoridades presentes en las honras fúnebres.

Ante el ataúd del Nobel, que vio desfilar a miles de personas desde que el sábado fuera abierta la capilla ardiente en el Ayuntamiento de Lisboa, el alcalde Antonio Costa pronunció un sentido «obrigado José Saramago» para agradecer su huella humana y literaria.