Antonio Pérez-Villegas, Antònia Amengual y Martí Lucena muestran la propuesta ganadora del concurso de Can Serra. | Pere Bota

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Can Serra, inmueble del siglo XIII propiedad de Cort, lleva casi treinta años en ruinas. Las circunstancias no han acompañado a uno de los ejemplos más característicos del gótico civil de Palma. Sin embargo, el preoperatorio ya está en marcha, después de la adjudicación del concurso para la redacción del proyecto de intervención en este edificio, situado entre las calles Bosc y Gerreria de Palma, frente a la Plaça Quadrado.
La propuesta ganadora da prioridad a la preservación de aquellos elementos más característicos de este edificio protegido como Bien de Interés Cultura, como las ventanas coronellas, los pilares, las arcadas medievales, la escalera de caracol o sus pinturas murales y artesonados, algunos con policromías. «El propósito es consolidar y restaurar el edificio con los elementos que contiene y mantener sus funciones», explicaron los arquitectos Martí Lucena y Antonio Pérez-Villegas.
Por su parte, la directora general de Patrimoni de Cort, Antònia Amengual, destacó que esta propuesta «era la que más respetaba la originalidad del espacio con la recuperación de la parte más importante de Can Serra».
El primer paso de este trabajo de «largo recorrido», según apuntaron los arquitectos, es asegurar el edificio, que está en estado «precario», para que puedan entrar a trabajar los arqueólogos. Con la información que estos aporten se redactará el proyecto básico en los próximos seis meses. En seis más deberá estar listo el proyecto de ejecución para iniciar, según advirtió Amengual, «la búsqueda de financiación» y poner en marcha unas obras «complejas» de duración incalculable.
«Nuestro atrevimiento es creer que podemos mantener las cosas dónde estaban y con la función que tenían», aseguraron. Y es que el edificio, que comenzó a construirse en el siglo XIII o principios del XIV, ha tenido a lo largo de su historia diferentes usos y padecido varias modificaciones. La intención, según Pérez-Villegas, es que en las ampliaciones del edificio, correspondientes al XVIII y XIX, se habiliten la zona administrativa, los ascensores, etc. De este modo, y aunque el futuro proyecto «puede ir cambiando», sí que se mantendría la premisa de que los ciudadanos y turistas puedan «ver el edificio como era» originalmente.
Los arquitectos quisieron destacar que lo más importante es que por fin la rehabilitación se ponga en marcha. «El edificio, que se consolidó arquitectónicamente en 2003, lleva muchos años en un estado precario y cuanto antes se empiece mejor».
Como requería el concurso, un equipo multidisciplinar está al frente de este proyecto. Lo integran Joan Bauçà, Tomeu Cerdà, Martí Lucena, Antonia Mayol, Antonio Pérez-Villegas, María José Rivas, Margalida Munar, Bernat Burgaya, Joan Perelló, Toni Muntaner y Gori Ferrà.