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Dejadez patrimonial, boom inmobiliario y especulativo, envejecimiento de la población, participación ciudadana, conflictos vecinales. Éstos son algunos de los elementos que configuran la tesis doctoral del antropólogo catalán Jaume Franquesa sobre la barriada palmesana de Sa Calatrava y que ahora se presenta con el título Sa Calatrava mon amour.
La editorial Documenta saca a la luz el trabajo que Franquesa realizó entre 2002 y 2006 en Palma, y que mañana se presentará al público en Can Alcover, a las 20.00 horas.
Para adentrarse de pleno en la fisonomía física y social de la emblemática barriada, Franquesa se alojó durante sus años de estudio en una casa de la zona. «Así fue cómo profundicé en la idiosincracia de este lugar tan activo durante los años setenta con sus movimientos vecinales y que, en los noventa, se convirtió en el punto de mira de las macroinversiones urbanísticas», explica el autor, quien aclara que «en un principio, las políticas de la Administración se dirigieron hacia una vertiente social hasta que, progresivamente, se convirtieron en una política urbanística contra aquéllos que vivían allí».
Franquesa encaja su estudio dentro de la contradicción entre «la ciudad como espacio de vida y la ciudad como mercancía», un proceso que hemos vivido y vivimos desde el llamado boom urbanístico.
El antropólogo deja claro que la degradación de la zona en los años sesenta y ochenta «requería una inversión» y que ésta fue reclamada por sus vecinos. «Compradores e inversores se abalanzaron sobre el centro histórico de Palma atraídos por su calma y belleza; cuando Sa Calatrava no era nada calmada», aclara el autor.
Mención especial también recibe la preservación de su patrimonio histórico. «El patrimonio que, en principio parece un fastidio para los constructores, se convierte de repente en un elemento que hay que poner en valor», ejemplo de aquella 'calma y belleza' mencionada anteriormente. El objetivo es «que las zonas remodeladas incrementen su valor», apunta al autor en el primer capítulo del trabajo, aunque eso pueda suponer «la sustitución de unos residentes por otros más ricos».