TW
0

En una de las salas de la Fundació Pilar i Joan Miró, obras del artista como L'espace autrement dit, Personnage o Femme au clair de lune tienen desde hoy como vecinos una serie de cerámicas pretalaióticas. Otros apareamientos artísticos poco habituales ocurren también en los espacios, normalmente sólo mironianos, de Son Boter y el Estudi Sert. En las salas de Museu Diocesà el arte religioso también tiene visita. Bajo el descriptivo título De museu a museu, decenas de piezas del Museu de Mallorca han abandonado temporalmente su 'casa' para integrarse en estos dos espacios expositivos. La propuesta arranca hoy con motivo del Día de los Museos.
«Lo que interesa es que se difundan las piezas que forman parte de las colecciones, que se utilicen», explica Joana Maria Palou, directora del Museu de Mallorca, cuyas salas permanecerán cerradas por obras al menos durante un año y medio más. «Sacando las obras de su contexto habitual, conseguimos que el visitante se pregunte: ¿Qué hace esto aquí? La sorpresa despierta su interés», resume.
En el Estudi Sert, repleto de obras de Miró y de utensilios del artista, ahora una caja romana de plomo, descubierta en Pollentia, recibe al visitante. Golpeada y deformada, está decorada con una medusa y un buey. En Son Boter, la antigua posesión del artista catalán, luce hasta el 30 de mayo un fresco anónimo, fechado en 1.300. La pieza, descubierta en Sa Llonja, dialoga con grafitos de Miró. En el Museu Diocesà, cinco piezas góticas y renacentistas -de temática religiosa- se mezclan con la colección permanente hasta noviembre.
El cambio de contexto expositivo también propicia que se observen las piezas del Museu de Mallorca «desde un punto de vista estético, no histórico, como solemos hacer», remarca Palou. Este traslado temporal de piezas es «sólo el principio», subraya. «El proyecto no hecho más que arrancar y seguiremos impulsándolo. Hay que fomentar la colaboración entre centros para que los ciudadanos vean el patrimonio como algo común».