Nacho Vigalondo, durante su intervención en el CES Alberta Giménez, ayer. | Teresa Ayuga

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Algunos creadores, a los que podríamos meter en el saco de los llamados 'artistas comerciales', hacen su trabajo pensando en complacer al público. Agradar. Ese no es el caso de Nacho Vigalondo, quien trabaja intentando sorprender a la audiencia. Lleno de inquietud creativa, el cineasta defendió ayer el riesgo y la originalidad en una conferencia ante alumnos del Centre d'Ensenyament Superior Alberta Giménez de Palma.
Vigalondo -también actor, compositor y guionista- compara las circunstancias actuales en el mundo del celuloide con las que condujeron al nacimiento de la Nouvelle vague, «motivada por el desencanto de parte del público hacia la producción mainstream y acompañada por un cambio tecnológico», recuerda. En su opinión, hoy en día no sólo ha habido un cambio técnico, sino que éste ha sido de tal magnitud que se puede equiparar a la propia aparición del cine. El problema es que «ha habido una revolución técnica pero no creativa. No estamos siendo tan sagaces como lo está siendo la tecnología», afirma Vigalondo, nominado al Oscar por su cortometraje 7:35 de la mañana y al Goya como director novel por Los cronocrímenes.
«El cine mainstream está en una situación lamentable porque hay pánico a la originalidad», avisa. Y la culpa no es de los guionistas: «Es una crisis de mercado. El problema no son los autores sino los estudios. Se generan mejores ideas que antes, pero chocan contra un muro». Así, es el «momento perfecto para replantear la figura del cineasta». Según él, debido a la digitalización y la popularización de Internet, «las vías de distribución y exhibición han quedado atrasadas. Es una realidad impensable hace unos años». Cualquiera puede ser cineasta y llegar a millones de usuarios a través de la red. Eso sí, «se ha democratizado la tecnología pero no el talento», advierte.
La cuestión es poder aprovechar las nuevas técnicas de una forma diferente, nueva. Vigalondo no se refiere al 3D, que, por ahora, no ha conseguido hacerle salir del cine «con una nueva dimensión de sensaciones».