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La explotación cinematográfica y las oportunidades de negocio para los exhibidores crecerán con la digitalización de las salas de cine, según las conclusiones a las que ha llegado el sector. Pero para que esto suceda en Balears, el 97 por ciento de las salas de cine deberán someterse antes a esa transición que relegará el 35 mm a los museos de historia del cine.
En estos momentos, se calcula que el coste medio de la adaptación digital de una sala es de 160.000 euros, según calculó el exhibidor Joan Salas. Un precio que «no es rentable» para aquellas plazas más pequeñas, que tendrán «más dificultades para amortizar la inversión» y que tendrán que acogerse a ayudas. Algo que ya prevén los expertos que hace unos días se reunieron en Barcelona para debatir este asunto. De no ser así, habría que «cerrar las pequeñas salas». Por ello, se espera que, además de la figura de un intermediario financiero, haya una intervención pública que limite los riesgos.
¿Qué beneficios reportará el cambio? Para el espectador, sobre todo, calidad, nitidez de la imagen y que no se aprecie ningún tipo de desgaste por pase. ¿Y para el empresario? El soporte no será tan pesado, ni tan caro el coste de traslado de las copias. Y, según Salas, permitirá ampliar la oferta al público. «Hoy se hacen retransmisiones deportivas, conciertos, la Fórmula 1 o la ópera, que permite atraer más público». En estos momentos, sólo Ocimax y Cinesa cuentan con esta maquinaria digital, pero Joan Salas aseguró que están estudiando instalar el 3D también en Manacor, Eivissa y Maó. El empresario se mostró a favor del cambio. «Es el futuro».