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NICO BRUTTI

Unas 5.000 personas , la mayoría extranjeros, asistieron anoche en el recinto de la plaza de toros de Palma al segundo de los siete conciertos que la banda británica Jamiroquai, liderada por el carismático Jay Kay, ofrece estos días en España. Aunque la audiencia fue ingente, la formación no consiguió revalidar la cifra astronómica de 11.000 personas que se dio cita en el Coliseo balear en su anterior visita, hace dos años.

La banda, que ha vendido más de veinte millones de discos en todo el mundo, trajo a Palma un montaje que constaba de un escenario con tres niveles, 90.000 vatios de sonido y más de 100.000 de iluminación. En el escenario estuvieron además del vocalista Jason Kay, Derrick Mckenzie en la batería, Sola Akingbola en la percusión, Rob Harris como guitarrista, Matt Johnson en los teclados, y Lorraine McIntosh, Hazel Fernández y Sam Smith en los coros.

Jay Kay salió al escenario luciendo uno de sus extravagantes sombreros, con una especie de plumas de acero, así como con su habitual aspecto desaliñado, vestido con aquel ya manido chandal Adidas que recuerda a la infancia y que ha sido adoptado como una insignia de la «perterpanismo» en los últimos años.

El espectáculo se inició con «Canned Heat», tema con el que la gente empezó a bailar, algo que no dejarían de hacer hasta llegada la medianoche, cuando se dio por finalizado del concierto. Entre el auditorio se encontraba Caroline Corrs, batería de la banda irlandesa The Coors.

Se sucedieron hits como «Cosmic girl», «revolution 1993», «Mr. Moon», «Space Cowboy», «Travelling without moving».En cuanto a su último disco, «Dynamite», se pudieron escuchar «Feels just like it should», «Seven days» y la que da título al disco. Así, Jamiroquai hizo un recorrido por sus catorce años de existencia tocando temas de sus celebrados álbumes «Emergency on planet Earth», «The return of the space cowboy», «Travelling without moving», «Syncronized» y «A funk odissey».