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El actor Francisco Rabal falleció ayer en Burdeos, a los 75 años, cuando regresaba en avión desde Montreal (Canadá). Según informó su hija Teresa Rabal, se sintió indispuesto durante el vuelo al sufrir un ataque de tos. Al parecer, el aparato aterrizó en la ciudad francesa para que el actor recibiera atención médica, pero nada se pudo hacer por su vida. Paco Rabal, que desarrolló durante su carrera una gama de amplio registro interpretativo, a la que su rostro cuarteado y su personalísima voz no fueron ajenos, estuvo en Palma en 1999. En el Teatre Municipal, junto a su esposa Asunción Balaguer, recitó versos como solo el sabía hacerlo en el espectáculo «Queridos poetas», recaudando fondos para la Fundación Actor.

Pasadas las cinco de la tarde, se confirmaba la muerte de Paco Rabal cuando, con su mujer, regresaba del Festival de Cine de Montreal, donde el pasado sábado recibió un homenaje. Allí, tras la proyección de una de sus películas más míticas, «Nazarín», de Buñuel, pronunció unas emocionadas palabras. Hace 10 años ya recogió en este certamen un premio por «El hombre que perdió su sombra». En septiembre, el Festival de Cine de San Sebastián le otorgará el Premio Donostia a toda su carrera.

Desde muy joven, Francisco Rabal Valera (Àguilas, Murcia 1926) asistió en Madrid a clases nocturnas de teatro. Tras la guerra civil montaba cuadros teatrales, haciendo de actor y director. Por aquella época se inauguraron los Estudios Cinematográficos Chamartín, donde fue admitido como aprendiz de electricista y encontró sus primeras oportunidades como figurante y actor de reparto. Después de varios papeles pequeños entró como meritorio en los Teatros Infanta Isabel y María Guerrero, donde conoció a José Tamayo, quien le contrató como actor profesional de la Compañía Lope de Vega, con la que debutó en 1947, y conoció a Asunción Balaguer, con la que se casó en 1951.

Más tarde, Luis Escobar, director del María Guerrero, le contrató como protagonista de «La Honradez de la Cerradura». A partir de entonces compaginó el cine y el teatro hasta que, en 1953, fue contratado en exclusiva por Vicente Escrivá para interpretar varias películas dirigidas por Rafael Gil. Después amplió sus registros a las órdenes de José Luis Sáenz de Heredia («Historias de la radio», 1955) o José María Forqué («Amanecer en Puerta Oscura», 1957), y dio sus primeros pasos en el cine extranjero, dirigido por Mauro Bolognini y Gillo Pontecorvo.