TW
0
LAURA MOYÀ Soles rojos, verdes y amarillos resaltando sobre un fondo blanco o negro, con cruces y papeles varios acompañando a los círculos. El Museu d'Art Espanyol Contemporani de la Fundación Joan March inauguró ayer la exposición «Gottlieb: monotipos», que permanecerá en el centro hasta el 27 de octubre. Se trata de una muestra de las últimas obras que pintó el artista norteamericano que se exponen por primera vez en Europa.

En 1970 Adolph Gottlieb sufrió un infarto. Las consecuencias, todo su cuerpo paralizado a excepción de su mano derecha. Aún así, continuó trabajando pero llegó un momento en que tuvo que recibir ayuda. La solución le llegó gracias a un encargo: litografías. «En 1973 le trajeron una prensa, tinta y un ayudante. A este último lo despachó pero lo otro se lo quedó», explicó Sanford Hirsch, director de la Fundación Adolph y Esther Gottlieb. «Trabajar en los monotipos fue como un renacer porque le permitió utilizar de nuevo sus manos», según Hirsch.

La libertad que le dio este nuevo sistema se plasmó en las obras que fueron naciendo. Colores vivos contrastados con el negro y el blanco configuraron unas piezas «alegres», como definió Hirsch. Gottlieb se entusiasmó. Pintó 54 monotipos, 40 de los cuales pueden verse en la exposición de la Fundación Joan March. Se trata de piezas en tinta u óleo sobre papel, realizadas entre 1973 y 1974.

El artistas también quiso experimentar con el nuevo medio, lo que le llevó a jugar con los papeles. «Introdujo trozos de cartón y cartulina, con la que rascaba la plancha», dijo Hirsch. Plasmó sobre papel de seda y de periódico sus soles y sus cruces. Un año después de empezar con los monotipos, el artista norteamericano murió. «Estas obras son el réquiem de su carrera», en palabras de Hirsch. Gottlieb se enmarcó dentro del expresionismo abstracto. Inició esta corriente junto a Mark Rothko. Exigían un nuevo arte, ya que el existente no les gustaba. Sus series más famosas son «Los paisajes imaginarios» y «Naturalezas no muertas».