En el estudio todo sigue igual que cuando ella estaba. Foto: CURRO VIERA.

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En su taller de Esporles todo sigue igual que cuando ella trabajaba. Infinidad de moldes en yeso de sus grupos escultóricos y retratos, fotografías, premios y medallas, dibujos, bronces y una «Nuredduna» conviven ahora en silencio. El próximo día 23 se cumplirá el cuarto aniversario de la muerte de Remígia Caubet y el jueves, día 17, en la Academia de Bellas Artes de San Sebastián, se presentará el primer libro dedicado a su figura.

El texto ha sido obra de Joana Sureda Trujillo y Maria Coloma Llop Sureda, quienes repasan las principales piezas que la creadora tiene en Mallorca. No obstante, el escultor Damià Ramis, su hijo, anda enfrascado en el inventario completo de la producción artística de su madre para elaborar un catálogo razonado de la misma y escribir una obra definitiva sobre la escultora. Él será quien el día 17 presente el acto de la Academia, donde hablará del lado humano de la artista, mientras que las autoras del libro y Rafael Perelló Paradelo se referirán a su faceta creativa.

Escultora figurativa, con una fuerte presencia en la obra pública, un buen número de sus piezas como la «Font de l'amor» (1984) o los monumentos al pintor Llorenç Cerdà (1977) y al escritor Costa i Llobera (1972) presiden distintos rincones isleños.

Damià Ramis explicaba ayer que la artista fue profeta en su tierra pero el valor que daba a su «independencia» y lo poco que «le agradaba el circuito comercial del arte seguramente evitaron una mayor expansión de su trabajo fuera de Mallorca». «Mi madre me decía: 'Yo voy sola y me va muy bien'», comentó otra de sus hijos, la ceramista Bel Ramis. Elegida académica de la Real Academia de Bellas Artes de San Sebastián y distinguida por Cort con la Medalla de Oro de la Ciudad, su hija piensa que la Isla sí reconoció su trabajo aunque «quizá le faltó una buena exposición».