Un equipo liderado por el Instituto de Biomedicina de Valencia (IBV), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha avanzado en la mejora del diagnóstico de la enfermedad de Lafora, una grave patología neurológica degenerativa ultra rara. El análisis de la sangre de once pacientes ha llevado a los investigadores a detectar biomarcadores de la enfermedad, en concreto, niveles «reducidos» de varias proteínas relacionadas con factores de crecimiento, esenciales para el buen funcionamiento de los órganos.
Los resultados, publicados en la revista 'International Journal of Molecular Sciences', abren la puerta a desarrollar un método de diagnóstico «fiable» mediante un simple análisis de sangre, según ha informado la entidad en un comunicado. Además del equipo del IBV-CSIC, que realizó los análisis pertinentes para validar los posibles marcadores de la enfermedad, han colaborado en el trabajo el grupo de José María Serratosa en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, y el de Manuel Toledo en el Hospital Vall d'Hebron.
La enfermedad de Lafora, para la que no existe tratamiento, se desencadena cuando una mutación genética promueve la síntesis de un glucógeno aberrante (sustancia que almacena energía), que se acumula y forma los «cuerpos de Lafora» en el sistema nervioso y en los músculos, el hígado y la piel.
Los síntomas aparecen durante la adolescencia, tanto en hombres como en mujeres, e incluyen problemas de aprendizaje, alucinaciones visuales y convulsiones. Después de seis años, alrededor de la mitad de las personas afectadas pierden la capacidad de mover voluntariamente su cuerpo y tras 10 o 15 años, fallecen por crisis epilépticas o problemas respiratorios. En España, se estima que existen entre 10 y 30 casos diagnosticados, lo que la clasifica como una enfermedad ultra rara que afecta a menos de cuatro por cada millón de habitantes.
El diagnóstico llega después de una prueba de secuenciación genética para identificar variantes patogénicas en los genes asociados a la enfermedad. Otras técnicas complementarias para seguir la evolución de los pacientes son la tomografía de emisión de positrones (PET), la espectroscopia de resonancia magnética e imagen (MRI) y la espectroscopía de resonancia magnética de protones (MRS).
«Es la primera vez que se han identificado biomarcadores para la enfermedad, un avance importante, ya que abre la posibilidad de que el diagnóstico llegue de forma rápida, tras un análisis de sangre convencional», ha explicado Pascual Sanz, profesor de investigación del CSIC en el IBV-CSIC y primer autor del trabajo.
Proteínas con efecto neuroprotector
Durante el estudio, los investigadores analizaron muestras de sangre de once personas con la enfermedad procedentes del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (Madrid) y del Hospital Vall d'Hebron (Barcelona), así como de personas sanas. Mediante estos análisis de alto rendimiento se estudiaron 111 proteínas diferentes.
Los resultados mostraron diferencias entre las muestras de pacientes con la enfermedad y sanos, confirmadas posteriormente por análisis ELISA, una prueba común en el laboratorio para buscar sustancias específicas en líquidos del cuerpo.
«Concluimos que en la sangre de los pacientes con enfermedad de Lafora había una disminución diferencial de varias proteínas relacionadas con factores de crecimiento, en concreto con PDGF, EGF y MIF», ha apuntado Mireia Moreno, investigadora postdoctoral en el IBV-CSIC y autora de referencia del trabajo.
Un factor de crecimiento es una proteína que actúa como un mensajero en el cuerpo, cuya función es dirigir a las células para crecer, dividirse o repararse. Son esenciales para el desarrollo del cuerpo, la curación de heridas y el buen funcionamiento de los órganos.
«Se ha descrito que todas las proteínas que hemos encontrado tienen un efecto neuroprotector y juegan un papel muy importante en el mantenimiento de la funcionalidad cerebral. Por eso pensamos que su ausencia en sangre podría ser una indicación de las alteraciones cerebrales que ocurren en la enfermedad de Lafora», ha asegurado Sanz, que también es jefe de grupo del Área de Enfermedades Raras del CIBER (Ciberer).
Retrasar el desarrollo de la enfermedad
El hallazgo abre la puerta a desarrollar un método para detectar estas proteínas en una muestra de sangre. «El uso de una técnica mínimamente invasiva, como es la extracción de sangre, y el uso de técnicas analíticas convencionales, como los análisis por ELISA, permiten la determinación de estos parámetros de una manera sencilla en la clínica diaria», ha expresado Moreno.
Además, la disminución de las proteínas identificadas no solo está presente en pacientes con una clara sintomatología, sino que también aparece en pacientes asintomáticos. «Esto permite la identificación de estos pacientes y posibilita su tratamiento antes de que se manifiesten los primeros síntomas, con lo que se retrasaría el desarrollo de la enfermedad», ha augurado Pascual Sanz.
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