La escritora y reportera estadounidense Sarah Jaffe valora positivamente la reivindicación de la reducción de la jornada laboral en España, que el Gobierno tiene previsto aprobar este martes, y confía en que esos cambios «se den pronto en otros países».
Jaffe es autora del libro 'Trabajar. Un amor no correspondido', publicado por Capitán Swing en castellano y Ara Llibres en catalán, donde califica de «estafa» la devoción por el trabajo, pero precisa, en una entrevista con Europa Press, que ello no supone una paradoja con el hecho de que determinadas profesiones, entre ellas el periodismo que ella ejerce, sea vocacional.
«Es un trabajo que mola, es un trabajo chulo, pero además es un trabajo importante. Hay una necesidad social de ese trabajo, y tenemos una responsabilidad para nuestros lectores y para la gente sobre quien escribimos, y eso significa que tenemos que trabajar constantemente y no podemos quejarnos», critica.
Culpa de esa entrega al trabajo, en ocasiones «tiránica» dice, a un neoliberalismo que, en sus palabras, vendió los servicios públicos a especuladores privados y que anima a pensar que todo aquello que se quiere y se necesita tiene un precio; un proceso global en el que, asegura, se están dando pasos para revertirlo.
Al respecto, pone el ejemplo de España y «la gran demanda de la manifestación del 1 de mayo en favor de una jornada laboral más corta, son pasos que dan espacio a la esperanza de una mejora de las condiciones de trabajo, son cambios que espero que se den pronto en otros países».
Solidaridad en el apagón
La periodista advierte en su libro de la insolidaridad social que provoca el neoliberalismo, pero niega que el ser humano sea egoísta por naturaleza: «Lo vimos durante el apagón (registrado la semana pasada), cuando las personas se ayudaron unas a otras, son momentos en los que puedes ver como son generosas, solidarias en situaciones asombrosas; un amigo mío que acaba de fallecer aseguraba que la solidaridad es el reconocimiento del interés mutuo, no es solo altruismo».
Tras el Covid, Jaffe cree que se perdió la oportunidad de aprender lo necesarios que son los trabajos relacionados con los cuidados, donde las mujeres cargan con la mayor parte del peso, y que el regreso a la normalidad en Estados Unidos ha supuesto que Donald Trump, en su segundo mandato, esté «intentando literalmente destruir el sector público, cortar la financiación para la salud, retirar las becas y los subsidios».
Trump
En este sentido, desmiente el mito de que la base electoral de Trump sea la clase trabajadora con sueldos precarios: «Esto es como una cosa que se ha vendido, pero que se demuestra que no es así. En realidad, el mayor apoyo de Trump viene de clases medias, de las pymes; vende mucho ese concepto de que si te lo curras, y sin duda también es una estafa a la gente, puedes llegar a ser como él».
«La gente acaba votando a quienes prometen que no habrá más confinamientos, porque nadie les va a prometer que no va a haber más pandemias», añade.
Sarah Jaffe aborda también la relación entre trabajo y religión: «Esto ya lo escribió Max Weber al hablar del protestantismo y su reflejo en el capitalismo. Esta idea de que la forma de mostrar que uno forma parte de los elegidos, de que uno es buena persona, es trabajando muchísimo».
Afirma que la extrema derecha se aprovecha de esas ideas religiosas «y por eso habla tanto de valores tradicionales, de la familia tradicional, de trabajos tradicionales; esto se hace muy patente en Estados Unidos donde, en las últimas décadas, porque históricamente no ha sido siempre así, la derecha y sobre todo la extrema derecha es cada vez más religiosa, cada vez más cristiana y más evangélica».
Movilización juvenil
La autora ve a la juventud movilizada en temas como la organización en el trabajo, la vivienda o en Black Lives Matter: «Acabo de leer un libro de Jaz Brisack, uno de los líderes de la organización de trabajadores de Starbucks en los Estados Unidos, tiene unos 23 años y empezó a hacer esto mientras estaba en la universidad. Muchas de los jóvenes involucrados en esas campañas miran al mundo y piensan que si no van a conseguir un trabajo mejor que el que tienen en Starbucks, pues habrá que mejorar este trabajo».
Y vuelve a citar a su amigo fallecido: «Él siempre decía que la gente se organiza donde está, si tiene un trabajo cuyas circunstancias cree que puede mejorar y puede luchar desde allí, pues lo va a hacer, y si no, pues se buscará otro entorno para luchar».
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