Confirman la presencia de una microalga potencialmente tóxica en la Bahía de la Concha, sin que el baño sea peligroso

La proliferación del alga Ostreopsis ovata no es razón de alarma, pero conviene seguir haciendo mediciones, según un análisis de la UPV/EHU

Confirman la presencia de una microalga potencialmente tóxica en la Bahía de la Concha | Foto: UPV/EHU

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El grupo de Ecología Fluvial de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) ha analizado la dinámica de la microalga Ostreopsis y ha detectado su presencia en la Bahía de la Concha. Los investigadores han señalado que, aunque algunas especies de estas microalgas pueden resultar tóxicas para las personas, su alta presencia no significa que el baño sea peligroso.

Según han explicado desde la universidad pública vasca, la Ostreopsis es un alga microscópica que vive en aguas poco profundas. Algunas de sus especies son tóxicas y pueden causar síntomas como tos, fiebre, irritaciones de la piel o incluso problemas respiratorios leves. Aunque su origen es tropical, el calentamiento de los océanos ha convertido a zonas como la costa vasca en hábitats adecuados para su crecimiento.

Así, han recordado que en el Golfo de Bizkaia se detectó por primera vez en 2007. Entonces su presencia era esporádica, pero hoy en día es común que estas microalgas florezcan masivamente en el litoral vasco durante el verano. Aunque no tienen por qué generar problemas, en 2020 se registraron los primeros casos de intoxicación en Lapurdi y en 2021, en San Sebastián.

En este contexto, un equipo del laboratorio de fitoplancton de la UPV/EHU ha realizado un estudio sobre la proliferación de la Ostreopsis en la Bahía de la Concha y ha analizado su presencia en dos puntos: en el oeste de Ondarreta y en el este de la Concha.

«Los dos puntos en los que hemos cogido las muestras son bastante similares en cuanto a temperatura, corriente, viento y salinidad, y lo que los distingue es el sustrato. El fondo de Ondarreta está completamente cubierto por rocas de diferentes tamaños donde hay una gran cantidad de macroalgas, que son uno de los lugares favoritos de la Ostreopsis para crecer. En cambio, casi todo el fondo de la Concha es arena; hay pocas rocas y macroalgas. Por lo tanto, el sustrato no es tan favorable para el desarrollo de la Ostreopsis», ha detallado en investigador Yago Laurenns Balparda.

Así, ha puntualizado que el hecho de que esta microalga abunde en nuestras costas «no significa que el baño en esas playas sea siempre peligroso». «A pesar de que las muestras recogidas en los veranos de 2022 y 2023 indiquen una presencia masiva de la Ostreopsis en la Bahía de la Concha, durante esos años no se registraron casos de intoxicación en las playas donostiarras», ha destacado.

Por ello, ha considerado que «conviene seguir haciendo mediciones, para conocer el nivel de concentración de esta alga y tener controlada la situación», pero su abundancia «no siempre es razón de alarma». «Que haya mucha Ostreopsis no supone que la toxicidad sea alta», ha insistido.

'ovata'

La investigación de la Universidad del País Vasco ha servido también para confirmar que, de las trece especies que existen, la tóxica ovata sí que está presente en la Bahía de la Concha. Se trata de algo novedoso, dado que hasta ahora solo se habían publicado investigaciones en las que se había detectado la especie inocua siamensis.

Laurenns Balparda ha apuntado que «antes se podía suponer o dar por hecho que también había ovata, porque a priori es la única especie tóxica de Ostreopsis en la Península Ibérica. Sin embargo, no se podía confirmar. Nuestro estudio ha sido el primero en probarlo».

Aun así, todavía hay incógnitas por resolver, ya que a pesar de que el estudio ha demostrado que la Ostreopsis siamensis y la ovata conviven en la Concha y en Ondarreta, no ha podido determinar en qué proporción está presente cada una de las especies ya que «no se pueden diferenciar ni a vista de microscopio».

«Hemos podido confirmar que muchas de las cepas de las células que hemos aislado de las muestras recogidas en las playas eran ovata gracias a estudios moleculares, pero estos análisis no nos permiten saber cuál de las dos especies abunda más», ha señalado el investigador.