Jonan Fernández y Miren Saratxaga presenta el último informe sobre expectativas de la juventud en Euskadi. | Europa Press - EUROPA PRESS

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La confianza de los jóvenes vascos en el futuro alcanzó en 2022 su valor más bajo en la última década, debido a la «gran incertidumbre» generada por la pandemia y la invasión de Ucrania. No obstante, siguen valorando su situación con un notable, según el último informe 'Aurrera Begira' elaborado por el Observatorio Vasco de la Juventud.

La décima edición del estudio de indicadores de expectativas juveniles ha sido presentada este jueves en la sede del Observatorio en Bilbao por el secretario general de Transición Social y Agenda 2030 del Gobierno Vasco, Jonan Fernández, y la directora de Juventud, Miren Saratxaga, y ha sido elaborada en función de una encuesta online estructurada en torno a 10 indicadores efectuada entre el 12 y el 19 de diciembre de 2022 a 3.538 personas de 15 a 29 años (526 residentes en Álava, 1.700 en Bizkaia, 1.063 en Gipuzkoa y 249 fuera de Euskadi).

Según ha explicado Fernández, la iniciativa se realizó por primera vez en 2013 para «dar voz y escuchar» a la juventud en un momento de crisis y, desde entonces, se analiza la valoración las personas jóvenes sobre su situación, así como sus expectativas a corto y medio plazo en torno a problemas como el desempleo, la emigración o las dificultades para la emancipación, o su grado de confianza en el futuro.

Así, esta décima edición permite realizar ya un balance de «toda una década» de análisis de expectativas juveniles y, en palabras del responsable de Transición Social y Agenda 2030, se constata que, en los últimos diez años, las personas jóvenes han padecido «de modo muy directo la gran incertidumbre derivada de la crisis económica, el impacto de una crisis sanitaria mundial y los efectos de la invasión de Ucrania».

«El estado de ánimo de la juventud no es ajeno a este contexto excepcionalmente adverso. Un contexto que ha contribuido a un descenso de la confianza en el futuro», ha señalado.

Entre los datos que recoge el informe de 2002, se refleja que la valoración del momento presente se sitúa en 62 puntos sobre 100, el valor más bajo desde 2015. El valor más alto se dio en 2019 (con 70 puntos) y desde entonces se ha producido una caída que se ha ido «profundizando», según ha explicado Miren Saratxaga.

Este indicador se construye combinando la valoración otorgada a la situación personal, a la de los jóvenes en general y a la de Euskadi y, según recoge el estudio en sus conclusiones, «es precisamente la situación de la juventud en general la que hace descender el valor del índice».

De este modo y como en ediciones anteriores, «el contraste principal» que se refleja en el informe se produce por la distinta valoración que las personas jóvenes hacen de su situación personal y de la del colectivo joven tomado en su conjunto. En concreto, la satisfacción personal se sitúa en 70 puntos sobre 100 y la valoración de la situación de la juventud se queda en 54.

Aunque los jóvenes encuestados otorguen un «notable» a su situación personal, el dato del pasado año es el más bajo desde el inicio de las crisis que se han sucedido en la última década. En 2013 era de 80 y el máximo se alcanzó en 2015 con 81. Desde 2019 la puntuación ha caído ocho puntos.

En el balance de aspectos vitales, la directora de Juventud ha explicado que «sigue aumentando la brecha entre la importancia otorgada y la satisfacción percibida respecto al dinero del que dispone la juventud con 21 puntos de decalaje entre la importancia concedida y la satisfacción».

En el caso del trabajo hay una distancia entre importancia y satisfacción de 16 puntos y en el ámbito de la salud de 12 puntos, lo que, en palabras de Saratxaga, «refleja la sensibilidad creciente que en nuestra juventud en relación al bienestar físico y emocional».

El estudio refleja que un 45% de los jóvenes trabajadores consideran muy o bastante probable perder el empleo en el plazo de un año o que empeoren sus condiciones laborales, tres puntos más que en 2021 pero doce puntos menos que en 2013.

Asimismo, pese a la «incertidumbre» del momento, el porcentaje de jóvenes en paro que confía en encontrar empleo es de un 71% en 2022, superior al 62% de 2021 o al 54% de 2013, pero inferior al 92% de 2019.

En la misma línea, según ha indicado Saratxaga, la expectativa de empleo encajado presenta «el mejor dato desde 2013», con un 77% de estudiantes que confían encontrar un empleo acorde a su formación cuando finalicen los estudios.

La expectativa de emigración forzosa --que mide el porcentaje de personas jóvenes que creen que en el futuro se verán forzadas a emigrar al extranjero sin desearlo-- se sitúa en el 10, dos puntos más que en 2021 pero seis menos que hace una década.

Por lo que respecta a la expectativa de emancipación «truncada» (el porcentaje de jóvenes que en el plazo de un año no van a poder llevar a cabo sus proyectos de emancipación) es del 45%, el mismo dato que en 2013 y tres puntos más que en 2021.

El estudio incluye por primera vez el índice de maternidad y paternidad postergada, que mide el porcentaje de personas jóvenes a quienes les gustaría tener hijos pero no creen probable que eso suceda a la edad deseada, que se sitúa en el 26% de las personas de 15 a 29 años de Euskadi.

Finalmente, el informe mide el índice de confianza en el futuro, que suma las expectativas respecto a la evolución de la situación personal, de la juventud y de Euskadi en el plazo de cinco años, que alcanza 54 puntos en una escala de 0 a 100, lo que supone el dato más bajo desde que se inició este estudio en 2013, cuando se elevaba a 64 puntos. El valor más alto se dio en 2017 con 75 puntos.

Estado de ánimo de la sociedad

En palabras del secretario General de Transición Social y Agenda 2030 todos estos datos son un «reflejo fiel del estado de ánimo que invade al conjunto de la sociedad». «Si se analizara cualquier otra franja de edad, quedaría igualmente reflejado un descenso de la confianza en el futuro porque ha habido un incremento impresionante de las incertidumbres», ha manifestado.

Fernández ha subrayado que la recién aprobada Estrategia Vasca 2030 para favorecer la Emancipación Juvenil y el conjunto de medidas que se están impulsando como la ayuda económica a la emancipación constituyen «una respuesta para apoyar a las personas jóvenes en este contexto de dificultades».

En su opinión, «para afrontar este presente y este futuro de grandes incertidumbres va a ser necesario desarrollar un sólido sentido de empatía intergeneracional. Una mirada de reciprocidad y colaboración entre generaciones». «La hoja de ruta no se puede escribir con miradas y enfoques diferenciados o alejados por edades, sino con una perspectiva compartida», ha advertido.