Minutos previos al derribo de la chimenea de la central térmica de Andorra, a 16 de febrero de 2023, en Andorra, Teruel, Aragón (España). | Javier Escriche - Europa Press

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El director general de Endesa en Aragón, Ignacio Montaner, ha asistido este jueves a la voladura de la chimenea de la Central Térmica de Andorra, y ha indicado: «Esperamos estar mucho tiempo presentes y creando empleo y riqueza en la zona».

Montaner ha reconocido que, con la demolición de la chimenea, «ha caído un símbolo que Endesa ha cuidado», pero que lo que realmente importa a la compañía es «seguir creando riqueza y empleo en Andorra».

Tanto la chimenea como el resto de las instalaciones de la antigua central térmica estaban preparadas para estar en funcionamiento durante 40 años, un periodo de tiempo que se ya se ha cumplido, ha declarado Montaner. En este sentido, ha señalado que adecuar la infraestructura a la normativa actual suponía una inversión superior a los cuatro millones, a los que se suman los trabajos de mantenimiento cada diez años de un millón de euros, «y nadie ha asumido ese coste ni ha propuesto un uso útil para la chimenea».

Por parte de Endesa, ha remarcado Ignacio Montaner, «se ha hecho una apuesta de futuro, proponiendo construir algo que generase riqueza en la zona, y creemos que lo que hacemos es la opción más beneficiosa», que pasa por la implantación de nueva industria y el desarrollo de nueva potencia energética, esta vez, renovable.

En estos terrenos, ha precisado el director general de Endesa en Aragón, se generará energía limpia con una potencia instalada de 1.843,6 MW, gracias a siete proyectos renovables hibridados, dos proyectos de almacenamiento con baterías, un proyecto de hidrógeno verde y un compensador síncrono.

El desarrollo renovable planteado por Endesa para Andorra no solo es la construcción de nueva capacidad eólica y solar, sino la hibridación de estos proyectos y el almacenamiento con dos plantas de baterías. Las nuevas plantas renovables se ubicarán en Albalate del Arzobispo, Híjar, Samper de Calanda, Castelnou, Andorra, Calanda, Alcañiz, La Puebla de Híjar, Jatiel, y Alcorisa, en la provincia de Teruel.

A todo ello se une un electrolizador de 15 MW, que permitirá gestionar los excedentes de energía renovable para la producción de hidrógeno verde que ayudará a descarbonizar industrias del entorno, la construcción de una fábrica de electrolizadores, y un compensador síncrono que permitirá verter esa energía renovable con mayor calidad favoreciendo el buen funcionamiento de la red de transporte eléctrico.

«Me gusta decir que esto será un nuevo centro de actividades industriales y un cambio de paradigma», ha apostillado Montaner.

Dos años

El proceso de desmantelamiento de la central térmica de Andorra comenzó en febrero de 2021, mientras que Endesa solicitó el cierre en 2019. Tras casi dos años, ha expresado Ignacio Montaner, «podemos decir que el trabajo de desmontaje realizado está próximo al 65 por ciento».

Con respecto al nuevo proyecto industrial que ocupará el espacio de la antigua central, el responsable de la compañía en Aragón ha apuntado que espera que su longevidad sea de, al menos, 40 años, puesto que esa es la duración prevista para los parques eólicos y fotovoltáicos.

Montaner ha enfatizado en el que el proyecto de Endesa para el Nudo Mudéjar garantiza, por escrito, que se superará el volumen de empleo de la antigua central térmica, con 500 puestos de trabajo fijos y de largo plazo que generará este plan de Endesa.

Asimismo, ha explicado que ese verano se espera comenzar con la construcción en el parque de carbones; mientras que en lo que respecta al plan de acompañamientos, todavía falta completar los estudios ambientales, pero se presentarán antes de verano, y la intención es iniciar su ejecución en el segundo semestre de 2024.

Demolición de la chimenea

Por su parte, el encargado de la demolición, Luigi Erbi, ha recordado que para llevar a cabo la voladura se ha realizado un proyecto previo y en el que se han tenido en cuenta todos los aspectos de seguridad, «porque se trata de un hito muy importante». Se han tenido en cuenta las afecciones al terreno, con medidas para amortiguar la caída.

La demolición de la chimenea, de 343 metros de altura, ha sido posible gracias al uso de 265 kilos de explosivo, «la manera más segura» para las características del espacio, porque así todo cae al suelo, ha anotado Erbi, quien también ha esgrimido que el hormigón que resulta de la voladura se reutiliza para relleno de cavidades en otras estructuras.