Archivo - Ciudad de la Justicia de València | Rober Solsona - Europa Press - Archivo

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La Audiencia Provincial de Valencia ha condenado a un hombre a 22 años de prisión por robar y asesinar a un amigo suyo en la localidad valenciana de Gandia en febrero de 2021.

Así se desprende de la sentencia, facilitada por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV), en la que el tribunal condena al hombre --tras el veredicto de un jurado popular-- por un delito de asesinato, por el que le fija 18 años de prisión; y otro de robo con violencia, por el que le impone cuatro años más.

Además, el magistrado que presidió el juicio ha acordado que, una vez que cumplidos los 2/3 del total de la pena impuesta, el condenado sea expulsado de España y tenga prohibido regresar durante diez años. Asimismo, deberá indemnizar a cinco familiares del fallecido con un total de 42 euros por los daños morales.

Los hechos, de acuerdo con el veredicto emitido por el jurado popular, sucedieron el 17 de febrero de 2021 en la vivienda de la víctima, que vivía sola y mantenía una relación de amistad con el acusado.

En un momento dado, al final de la mañana y por causas no conocidas --según declara probado la sentencia-- el acusado golpeó al propietario de la casa en la cabeza y otras partes del cuerpo.

A continuación, con el agredido semiinconsciente, el agresor le ató las manos al cabezal de la cama con unas bridas de plástico, hizo lo propio con las piernas usando un cable anudado a la pata de la cama y le colocó en la boca, a modo de mordaza, una camiseta que le impedía respirar.

La víctima «en la situación descrita carecía de posibilidad alguna de defensa», según explica el magistrado, y el acusado con su forma de actuar aceptaba que podía causarle la muerte, «lo que finalmente sucedió, pues falleció poco después a causa de una insuficiencia cardio-respiratoria provocada por una asfixia mecánica».

Mientras el perjudicado se hallaba maniatado y amordazado en la cama, el ahora condenado buscó objetos de valor por la casa y se apoderó de un teléfono móvil y de tres tarjetas bancarias. Luego bajó al garaje del edificio y se marchó del lugar a bordo del vehículo propiedad del fallecido.

En los fundamentos jurídicos de la sentencia, el magistrado destaca la «falta de empatía y el desprecio» exhibidos por el procesado hacia la víctima, «a la que dejó amarrada como un animal en una situación que le aseguraba una muerte dolorosa y lenta».