Exposición 'Pegatinas del odio' en el centro cultural Santa Clara de Portugalete, en Bizkaia. | Europa Press - EUROPA PRESS

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La localidad vizcaína de Portugalete acoge hasta el próximo 28 de febrero la muestra 'Pegatinas del odio', que muestra más de 600 pegatinas sobre todo relacionadas con ETA y su entorno, aunque también se incluyen otras relativas a otros grupos extremistas, con las que se hacía, en palabras del responsable del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo Florencio Domínguez, un «trabajo de normalización del crimen».

La exposición, organizada por el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo y el Ayuntamiento de Portugalete, ha sido inaugurada este miércoles en el centro cultural Santa Clara en un acto en el que han tomado parte el director del Memorial, Florencio Domínguez, el alcalde del municipio, Mikel Torres, y el comisario de la muestra, Iñigo Aristu.

La exposición está compuesta por una selección de más de 600 pegatinas, procedentes del fondo que ha recopilado durante 47 años el vitoriano Iñigo Aristu, que cuenta con más de 60.000 piezas que ha ido consiguiendo acudiendo a «todos los sitios» desde el año 1975 hasta el año 2000 --ya que «posteriormente han salido muy pocas»--, aunque también ha recibido alguna donación.

La muestra está distribuida en 18 paneles organizadas temáticamente, entre las que predominan las pegatinas relacionadas con ETA y su entorno, pero también se recogen pegatinas de los GRAPO, del FRAP, de grupos neonazis y anarquistas, de grupos de extrema derecha y de grupos terroristas catalanes y gallegos, entre otros. En todos los mensajes, ha precisado Mikel Torres, el objetivo era «promover la violencia y el odio».

En palabras del alcalde de Portugalete, «los que ya tenemos una edad vamos a retroceder a aquellos años 80-90 en los que las pegatinas formaban parte de la vida cotidiana» ya que se colocaban en paredes de los municipios, las txosnas, los bares o en las carpetas de los estudiantes.

Según ha explicado, «aquella cosa que nos acostumbramos tristemente a vivir no era más que un medio de difusión de una ideología extremista, que promovía la violencia, de una estrategia de presión, y un medio de propaganda que pretendía sembrar el miedo» entre quien «no pensaba igual».

El responsable del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo ha indicado que se ha organizado esta muestra teniendo en cuenta que, «cuando queremos recordar a las víctimas, tenemos que poner el foco en aquellos que los mataron, que los hirieron, que los acosaron, que les hicieron la vida imposible» porque, según ha remarcado, «no hay víctimas sin victimarios».

«No solamente los que materialmente cometieron los atentados, sino todos aquellos que les jaleaban, les animaban, les daban cobertura política, social, discursiva», ha señalado Florencio Domínguez, que ha explicado que una de las formas en que se hacía ese apoyo era «la difusión de mensajes por la vía de las pegatinas».

En esta línea, ha precisado que servían para «estigmatizar a aquellos que estaban siendo atacados para que el crimen político encontrara justificación; señalar a aquellos otros a los que se quería atacar, poner en la diana a personas para que los que tenían las pistolas llevaran a cabo los crímenes; y hacer una campaña sistemática de socialización del terror para darle carta de normalidad a la violencia terrorista».

«Por este apoyo social y político es por lo que ETA duró tanto tiempo y sus crímenes se prolongaron a lo largo de décadas», ha advertido Florencio Domínguez, que ha señalado que la muestra, por tanto, recuerda «ese trabajo de normalización del crimen que se hizo para que los autores tengan oportunidad de hacer autocrítica».

El responsable del Memorial ha señalado que, aunque ahora se pone «mucho el acento» en la prevención de la radicalización y en combatir los discursos del odio, «estas líneas de trabajo en su momento no se hicieron» y es «una de las grandes carencias como sociedad».

La muestra, que ya pasó por el Memorial en Vitoria, estará abierta en el Centro Cultural Santa Clara hasta el próximo 28 de febrero de lunes a viernes, por las mañanas de 11.00 a 13.30 horas, y por las tardes de 17.00 a 21.00 horas.

Además de estar dirigida a la población general, el alcalde de Portugalete ha destacado la importancia de «llegar» a los centros educativos para que los jóvenes que no vivieron aquella época sepan «qué ocurrió».