El juicio se celebra en la Audiencia Provincial de Zaragoza. | EUROPA PRESS.

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La Sección I de la Audiencia Provincial de Zaragoza ha comenzado este lunes, 16 de enero, la vista oral del juicio contra Carmen Villa Fernández, esposa de Raimundo Medrano, fallecido por un disparo el 5 de enero de 2015 en Calatayud (Zaragoza). La acusada de asesinato ha negado ser la autora del disparo y ha exculpado a su hermana, Isabel Villa Fernández, encartada como cómplice. La magistrada Esperanza de Pedro preside el tribunal.

El juicio, que se celebra con un tribunal del jurado, ha comenzado con la intervención de la fiscal, Mónica Vidal, y los abogados de la defensa, quienes se han dirigido al jurado para exponer sus escritos.

Carmen Villa ha contestado a la mayoría de las preguntas de la fiscal. Ha señalado que la noche anterior a los hechos, Medrano estuvo en el domicilio familiar con dos mujeres rumanas, le dio una paliza y le mandó a dormir a la habitación del piso superior. También ha manifestado que esa noche le había dicho a su marido que iba a llamar a su hijo para contarle que le volvía a maltratar.

Por la mañana, Medrano le llamó y ella salió a la calle a por recetas, pasando por el ambulatorio y una farmacia. A continuación compró pan y cinco litros de gasolina, por indicación de su marido, para cortar leña con una motosierra, ha narrado.

Cuando volvió a su casa, siempre según su relato, Medrano le recriminó que le había llamado por teléfono y no lo había cogido, respondiéndole ella que no lo había oído. «Me pegó un bofetazo y me dijo que con quién había hablado, le dije que con nadie y me dijo 'te voy a pegar un tiro que te voy a matar», añadiendo: «A tu hijo no se lo digas nunca y si se lo dices que se muera tu nieto de cáncer».
Carmen Villa ha asegurado que «nunca» había ido antes a la gasolinera a comprar gasolina, sino tabaco, acompañada por Medrano.

«Yo no podría decir nunca que le había encontrado muerto; lo vi cuando estaban las cosas hechas, en la cama», ha dicho la acusada, subrayando: «Él estaba vivo cuando yo llegué», negándose a contestar a la fiscal en qué momento vio que Medrano estaba muerto.

Encontrándose en la vivienda escuchó «el ruido del disparo» y se quedó «paralizada», sintiéndose «mal», tras lo que fue al dormitorio matrimonial.

También ha expresado que lo sacó ella sola, «a rastras, envuelto en la manta» y lo dejó en el patio, no en el leñero, como afirma la Fiscalía. «Le doy mi palabra de que lo manejé sola, el miedo da mucha fuerza; lo hice yo sola».

Carmen Villa ha declarado que «la pistola llevaba tiempo en casa» y que Raimundo Medrano la tenía ya cuando comenzaron a convivir. «Nosotros, los quinquilleros, no somos chivatos; esa pistola era de él y por eso mentí a la Policía», ha agregado, para enfatizar que el arma «no se había utilizado nunca contra nadie» y que se guardaba escondida tras un ladrillo, sacándola «una persona» que no ha identificado: «Yo no saqué nada».

Asimismo, la principal acusada ha recalcado que su marido la maltrataba, indicando: «Nosotras no denunciamos y nosotros no nos separamos», explicando que lo intentó en una ocasión, marchándose con sus hijos a Guadalajara, donde residen otros familiares y su hermana le dijo: «Vete para allá porque dice que va a ir matando hasta que aparezcas».

Villa ha reconocido: «Le dije a la niña --su hija-- que había sido yo». También se lo confesó a su hijo, quien «se enfadó, lloró, pegó golpes a la pared y me dijo: Entrégate a la policía».

«Si hubiese sido cosa de pensar hacer algo, jamás implicaría a mi familia», ha comentado en alusión a su hermana Isabel, a quien llamó «una o dos veces» y se personó en Calatayud por la tarde, acompañándole a una ferretería para comprar plástico de invernadero «para los tiestos». «Mi hermana no ha entrado para nada en mi casa».

Isabel Villa ha aseverado que de las conversaciones con su hermana no pudo deducir si quería matar a su marido y que, estando en casa de sus padres, en un pueblo de Guadalajara, le llamó Carmen diciendo que su marido había desaparecido y pidiéndole que le acompañara, por lo que se desplazó a Calatayud en taxi.

Fiscal y abogados

La fiscal, Mónica Vidal, ha afirmado que «Carmen Villa no solo vino organizando, programando y planeando en el tiempo cómo dar muerte a su marido, sino que aprovechó el momento en que este dormía».

Según su relato, la principal acusada sacó la pistola, cuya existencia «había ocultado al fallecido», y se dirigió al dormitorio, apuntando a Raimundo Medrano a la altura de la sien, haciendo «un primer intento» de disparo «certero y mortal», pero el arma, ha continuado la fiscal, «no está bien cargada y falla», y «con toda su paciencia se dirige a otra estancia y vuelve de nuevo al dormitorio».

Vidal ha destacado que Medrano era «prácticamente invidente» --lo que Carmen Villa ha negado, afirmando que conducía y cazaba-- y que era «muy dependiente de su esposa».

La fiscal ha apreciado la agravante de parentesco, ha subrayado que la muerte se produjo con alevosía, por lo que es un asesinato, y ha mantenido la imputación por tenencia ilícita de armas, ya que «Carmen Villa compró en los bajos fondos» de Zaragoza el arma «y jamás tuvo licencia para su tenencia». Para Vidal, la principal encausada fue «ejecutora de un disparo único y certero».

Respecto de Isabel Villa, le ha acusado de «tratar de ayudar», afirmando que su hermana «le llegó a poner en conocimiento su plan preconcebido de terminar con la vida de Raimundo y se lo comunicó», por lo que «podía haber evitado la muerte de un ser humano».

Para la Fiscalía «Carmen Villa ha mentido en muchas ocasiones», haciendo notar que ha cambiado su declaración varias, reconociendo los hechos primero y negándolo después. La fiscal pide 25 años de cárcel por asesinato y 15 meses por tenencia ilícita de armas para Carmen Villa y 10 años por encubrimiento para su hermana Isabel.

"convencido de su inocencia"

El abogado José María Pedregal, quien representa a Carmen Villa, se ha mostrado «convencido de su inocencia». Ha dado por seguro que «esa persona no estaba dormida, sino despierta», y que la pistola la tenía Medrano, «que fue quien la compró».

Pedregal ha negado que hubiera alevosía y ha tildado la investigación policial de «muy deficiente» porque «puede haber un exceso de celo», tras lo que ha recordado que Raimundo Medrano era «enemigo público número dos en la época de Franco», por lo que no era «un hermanito de la caridad».

«No ha sido ella porque metafísicamente ha sido imposible», ha considerado el letrado, subrayando que la Policía Nacional no encontró restos de pólvora en la mano de la principal acusada, sí en la del fallecido.

En representación de Isabel Villa, el abogado Francisco Javier Reguera ha pedido a los miembros del jurado que «la liberen de toda culpa», haciendo hincapié en que «no tuvo conocimiento previo de ningún plan de ninguna clase», de manera que la fiscal «no va a tener ninguna prueba que acredite eso».

Además, «todo sucedió por la mañana» y «no es posible» que, encontrándose en Guadalajara, su defendida ayudara a su hermana a deshacerse del cadáver.