En plena oleada pandémica de gripe y de otras infecciones víricas, principalmente pulmonares, (es decir, como todos los años, más o menos por estas fechas) no debemos olvidar a los más pequeños que no solo pueden sufrir alguna de estas enfermedades, sino que además pueden ser vector de transmisión hacia sus parientes ancianos y más frágiles.
El Dr. Genaro Sepero, médico pediatra del Hospital Juaneda Muro y del centro médico Juaneda Inca, destaca, respecto a la gripe, que «en este periodo 2024-25 estamos viendo una incidencia superior respecto a otros años» y que los niños que se contagian «manifestarán los síntomas, caracterizados por ser más agresivos que en otras virosis similares».
«En una gripe —continúa— la fiebre es más alta más y permanece por más días que otras virosis, el dolor de cuerpo y de cuello son más fuertes, la rinitis es más profunda. Tarda más en curarse que otras virosis estacionales». En un niño «lo importante es detectar al inicio los síntomas y acudir a un centro médico, como Juaneda Inca, para que podamos hacer una observación y un diagnóstico precisos».
Con esta detección precoz de los casos de gripe en los niños, no solo se impondrá lo antes posible un tratamiento que mejore su calidad de vida y acelere su recuperación, sino que «se evitará el contagio y la propagación de la gripe, dado que la edad pediátrica está vista como uno de los principales vectores de esta infección hacia la población adulta».
«El tratamiento de la gripe, también en el caso de los niños, es sintomático, no va a acortar los días de los síntomas. Se trata de instaurar una serie de medidas para darle confort al niño, que pase la enfermedad lo mejor posible, con analgésicos, antitérmicos, higiene de la vía aérea, colocación del cabecero elevado para descansar mejor y una buena hidratación».
Además, «hay que estar atentos a posibles complicaciones que, en general, son sobreinfecciones bacterianas que, si llegan a producirse, llevaría a una modificación del tratamiento, incluyendo el uso de fármacos antibióticos, siempre asistiendo a los controles médicos para vigilar el desarrollo de la enfermedad y ver qué tratamientos hay que indicar».
Las posibles complicaciones bacterianas de un niño con gripe «principalmente son otitis medias agudas, infecciones como las neumonías bacterianas y en caso de pacientes con patologías de base la gripe puede exacerbarlas, sería el caso de niños con fibrosis quística, asma, etcétera, en los que el empeoramiento obliga a los padres a volver al médico».
«Después de una primera consulta —explica el Dr. Sepero— por un cuadro de tos y mocos, si en lugar de ir a mejor la patología va a peor, aparece de vuelta la fiebre o es persistente, como pauta principal de alarma, hay que indagar un poco más, tal vez hacer un estudio complementario, detectar lo que está complicando y darle un tratamiento oportuno».
Una vez hecho el diagnóstico e instaurado el tratamiento, durante el tiempo en el que el niño manifiesta la enfermedad y va evolucionando, «hay que tener en cuenta que los análisis clínicos que se hacen anualmente sobre la gripe indican que en los menores de un año, principalmente, pero toda la edad pediátrica es un vector de contagio hacia la familia».
«Desde el entorno que puede ser una guardería o un colegio —sigue explicando a este respecto el médico pediatra— el niño es el principal agente de contagio hacia la familia, siendo el principal transportador del virus, que se propaga de ese modo», por lo que habrá que tomar medidas de control, como evitar la cercanía con los parientes más frágiles.
«Es mejor —destaca el Dr. Sepero— que los abuelos no estén cerca de un nieto con gripe. Y no hay que olvidar que se recomienda la vacunación de forma especial a las personas mayores de 60 años, por considerar que el envejecimiento es uno de los factores de riesgo, en el caso de contraer la gripe, de desarrollar complicaciones que pueden ser graves».
Es tiempo de gripe, pero también de COVID19, «una infección que aún en sus primeros momentos no tuvo muchos síntomas de gravedad en los niños, actuando en ellos como cualquier otra virosis, pero fue, en este caso también, la principal vía de transmisión hacia las poblaciones de riesgo, como pueden ser los adultos mayores».
«No estamos viendo en estos momentos —señala el pediatra— hospitalizaciones por pacientes graves por COVID19. Sí que estamos viendo pacientes con riesgo de exacerbar sus enfermedades por infecciones virales como el COVID19, pero también por otras infecciones virales estacionales». Son las personas ante las que hay que estar más vigilantes.
La bronquiolitis, el primer broncoespasmo vírico de los bebés
Otro agente a tener en cuenta para preservar la salud de los niños es el virus respiratorio sincitial (VRS) «que produce la bronquiolitis, una patología exclusiva de pacientes de 0 a 2 años. Se define como el primer episodio de broncoespasmos causado por un virus, que en el 80% de los casos es el VRS». En 2024 se implementó la vacuna en el calendario vacunal.
«La vacuna contra el VRS —señala el Dr. Sepero— no es nueva, pese a esa reciente incorporación al calendario vacunal». Y destaca: «Es una vacuna segura. Se demostró que su uso tuvo ya una buena eficacia en la población. Ahora se aconseja aplicarla a los niños que van a travesar la época invernal en esa franja de edad (0-2 años)».
La bronquiolitis, que se ha dado en llamar 'la gripe de los niños' puede llegar a ser una enfermedad importante, de la que se han registrado hospitalizaciones (incluso en UCI) de niños pequeños. «La bronquiolitis tiene tres fases —explica el pediatra— que se inician con un catarro que parece como cualquier otro, con moco e incluso con fiebre.
»Esta primera fase puede durar de 4 a 5 días. Después, la fiebre puede descender, pero persistirán la tos o la dificultad para respirar, que los padres percibirán como un esfuerzo: al niño se le verán las costillas cuando respire, la nariz presentará esfuerzo y el niño va a estar agitado, va a respirar por minuto más veces de lo normal».
Esos síntomas «son los que llevan a los padres a consultar con un especialista». En casos más prolongados en el tiempo «es posible que ya se note cierto silbido cuando el niño respira. Eso es un indicador de que la bronquiolitis se puede estar manifestando de un modo más fuerte, en una segunda etapa, de unos 7 días, con un pico de síntomas en el 3º o el 4º».
La tercera etapa de la enfermedad «puede prolongarse hasta en un mes y que consiste en que el niño está sano, sin fiebre, sin dificultad para respirar, jugando y descansando bien, pero con tos». Esta enfermedad puede ser causa de ingreso hospitalario: «Es una de las principales causas de hospitalización de niños pequeños por patología respiratoria».
El tratamiento de la bronquiolitis «tiene por objeto, primero, el confort del niño; tenemos que procurar que el niño pueda alimentarse correctamente, descansar, hidratarse y no vaya a peor. Para eso el tratamiento de base será higiene de las vías aéreas superiores, hidratación, alimentación fraccionada y descanso con cabecero elevado. Puede decidirse alguna medida complementaria individual de confort y el uso del salbutamol (conocido como Ventolín), una medicación que lo que busca es abrir el bronquio para que el niño pueda respirar mejor, aunque para prescribirlo siempre hay que hacer la prueba terapéutica, para asegurar que le va a ir bien al paciente».
También son frecuentes ahora los virus estomacales. Se ha advertido sobre el norovirus, «aunque no deja de ser una infección estomacal, como el rotavirus o el adenovirus, que provocan vómitos, diarrea y malestar. Hay que hidratar al niño, darle probióticos, esperar su evolución y que no se complique con una deshidratación por la pérdida de líquidos».