Catalina Vadell es la gerente del hospital de Manacor.

Médica oncóloga de profesión, Catalina Vadell (Porto Cristo, 1959) es la gerente del hospital de Manacor desde hace diez años. En el año 2015, el centro hospitalario empezó a pensar cómo se debería ejecutar la ampliación de las instalaciones sanitarias, unas obras que han empezado hace un mes y que modernizarán y ampliarán las dependencias actuales.

Al fin han empezado las esperadas obras. ¿Qué supondrán para el día a día del hospital?

—Las obras suponen la construcción de un gran edificio ambulatorio en forma de ele que se construirá delante de parte de la fachada principal y la fachada que mira hacia la ciudad de Manacor. Acogerá toda la actividad ambulatoria (consultas, rehabilitación, hospital de día...) por lo que solo estará abierto en horario diurno. Con esta obra, podremos liberar muchos espacios del hospital actual.

¿Hace falta liberar espacios?

—Sí, mucha. Cuando el hospital de Manacor se puso en funcionamiento, hace 25 años, había 20 consultas. Ahora hay 42, por lo que hemos tenido que habilitar espacios de donde no los había para poder dar respuesta a toda la demanda. Con el nuevo edificio, se contará con 76 espacios para consultas externas, salas de curas o salas de sesiones grupales. Esto permitirá ser mucho más eficiente y también será positivo para los médicos, que tendrán una sala para dedicarse a la parte médica.

Este proyecto se empezó a gestar en el año 2015...

—Sí. Se empezó a trabajar hace siete años y pedimos a los jefes de los servicios médicos y a los supervisores de enfermería que nos trasladaran sus necesidades, pero que lo hicieran a 20 años vista. No sabemos qué pasará dentro de dos décadas, pero hemos querido dimensionar el hospital a lo que creemos que se necesitará en el futuro. Nuestra apuesta es que pueda dar respuesta a todas demandas.

¿Cómo se da esta respuesta a las demandas actualmente?

—El hospital nació para atender a una población de 90.000 personas. Actualmente, esta población es de 150.000 personas y se han creado espacios de atención robando sitios a otros servicios. Por ejemplo, el hospital de día de oncología estructuralmente es un pasillo. Es verdad que se ha equipado con todo lo necesario, pero no deja de ser un pasillo. Ahora tendremos un espacio como toca para atender a los pacientes de una forma mucho más confortable. Ahora se da una respuesta asistencial en precario, pero con las nuevas instalaciones se darán con todas las de la ley. Aún así, la verdad es que la población que depende del hospital de Manacor quiere mucho a este centro y los profesionales también, esto hace que no se quejen tanto.

¿Las actuaciones de ampliación supondrán también una remodelación del edificio actual?

—Esto ya se hará en una fase posterior. Se redimensionará porque contaremos con el nuevo macro edificio, una UCI nueva, que será el doble que la actual, 12 quirófanos totalmente equipados, ahora hay solo 7, un espacio para la reanimación post quirúrgica que también duplicará la superficie del actual, un paritorio también más grande... se liberarán áreas internas y quedará pendiente la redimensión del edificio actual. Pero ya le digo, se hará en una fase posterior.

¿Entonces deberá haber más profesionales?

—Evidentemente. Es impensable no crecer en el número de profesionales, pero iremos creciendo según las necesidades.

Como gerente del hospital de Manacor, no podemos dejar de hablar de la COVID. ¿Podemos decir que ha llegado a su fin?

—No. Es verdad que ahora es una enfermedad infecciosa, pero sigue ahí. Afortunadamente, el impacto en el hospital es pequeño a día de hoy y se ve con más tranquilidad porque ya no pone a las personas vulnerables ante un riesgo vital. Aún así, no podemos bajar la guardia y cuando nos indiquen que nos tenemos que vacunar, debemos hacerlo.

¿Cree que la mascarilla se debería mantener en los espacios sanitarios?

—En los espacios asistenciales sin duda. Pero no solo para evitar contagios por COVID, sino también para otras infecciones.

¿Cómo recuerda los peores momentos de la pandemia?

—Hubo momentos horrorosos, pero prefiero quedarme con lo bueno y la mayoría de profesionales tuvieron una actitud maravillosa porque se implicaron todos y se pusieron a hacer cosas que no eran responsabilidad suya. Recuerdo a los traumatólogos, por ejemplo, haciendo delantales con bolsas de basura, por ejemplo. Al principio tuvimos que controlar el miedo, que también lo teníamos, pero todos trabajamos juntos.