Falta menos de un mes para el inicio del verano y tras un invierno y una primavera excepcionalmente lluviosos son muchas las personas que ya aprovechan cualquier oportunidad para tomar el sol en la playa, poniendo el riesgo la salud de su piel.
De entre las enfermedades que el exceso de sol puede causar en la piel, sin duda la más preocupante es el melanoma, un cáncer agresivo que puede tener consecuencias graves si no se detectan las lesiones en estadíos iniciales y se instaura rápido un tratamiento.
«Dentro de los cánceres de piel el melanoma representa solo el 1% de los casos, pero el 80% de las muertes por ese tipo de enfermedad», destaca la Dra. Ana Llull, dermatóloga de Juaneda Hospitales, con consulta en Juaneda Clínica.
La Dra. Llull enfatiza la necesidad de la prevención, basada en una contención a la exposición de la luz solar. La regla de oro «es no exponerse al sol entre las 10.00 y las 18.00 horas, ya desde niños, y observar las manchas extrañas», explica
Si se detectan lesiones o manchas sospechosas «hay que fijarse especialmente en las que no sean simétricas, las que tengan bordes irregulares o las que cambien en el color y el tamaño», señala la Llull, recordando lo que se conoce como «el signo del 'patito feo'».
Es decir vigilar «cuando aparece una mancha que es diferente a todas las demás que tiene la persona en la piel». En ese caso «es muy importante consultar con el dermatólogo para descartar que se trate de un cáncer cutáneo», añade la Dra. Llull.
Hay grupos que tienen más riesgo que otros de sufrir un melanoma: «Personas con muchos lunares presentan más riesgo que quien tiene pocos. También tienen más riesgo las personas con un fototipo de piel más claro o con antecedentes familiares».
En cualquier caso hay que tener presente que «identificar un cáncer de piel puede ser muy difícil para alguien sin experiencia», por lo que en caso de detectar algo extraño, una lesión, mancha o lunar raros «hay que consultar con un médico».
Y es que también hay que prevenirse del «cáncer cutáneo no melanoma, que es el cáncer más frecuente en toda la población» y que tiene una incidencia muy alta pero una mortalidad en general mucho menor que la del melanoma.
Este otro tipo de cáncer puede detectarse «por una mancha más roja, una herida que no se cura, que no se acaba de cerrar, que unas veces se ulcera y que lleva mucho tiempo así», elementos que «hay que llevar a la consulta del especialista», añade la Dra. Llull.
Volviendo al melanoma, la dermatóloga recuerda que «su principal factor de riesgo es la exposición a la radiación ultravioleta de la luz solar» hasta el punto de que «debería haber un programa de prevención primaria ya desde la infancia».
Es importante concienciar a todo el mundo «de evitar la exposición en las horas centrales del día, especialmente de 12.00 a 18.00 en verano», aunque también teniendo en cuenta que a partir de las 10 de la mañana el peligro aumenta progresivamente.
Además «hay que usar fotoprotectores con un nivel alto, a partir de 30» y «prendas de ropa adecuadas, sombreros, camisas y prendas de manga larga que nos tapen de forma adecuada la piel, especialmente en las personas que sean más susceptibles».
La prevención del melanoma u otros tipos de cáncer hay que comenzarla pronto, ya que «desde niños y con el tiempo acumulamos radiación y la piel puede sufrir mutaciones que luego se manifiestan a edades más tardías, aunque comenzaron en la infancia».
Son esa radiación y esas mutaciones «lo que un día nos puede llevar a desarrollar un melanoma». En cualquier caso, «en la infancia es extremadamente raro que se desarrolle un melanoma, aunque existen casos», destaca la Dra. Ana Llull.
La evolución alcanzada por el melanoma se verá en el estudio de anatomopatológico. «La mortalidad del melanoma es en estos momentos alta si se encuentra en un estadio alto», destaca la Dra. Llull, señala, enfatizando la necesidad de la detección precoz.
La ciencia médica trabaja en el desarrollo de tratamientos para casos avanzados: «Se ha avanzado mucho en terapias sistémicas para melanomas más avanzados, como la inmunoterapia, que han logrado aumentar la supervivencia en esos casos más tardíos».