—¿Cuál es el impacto de la cirugía oncológica ginecológica mínimamente invasiva y de alta complejidad que usted realiza?
—Esta cirugía busca erradicar los tumores ginecológicos de la mujer de una forma radical y efectiva. Y no solo comporta quitar el tumor. También es muy importante el conocimiento de las principales vías de drenaje de ese tumor para poder explorarlas, saber hasta dónde ha llegado, y si estas vías están afectadas, pudiendo señalar el estadío clínico de la enfermedad y de ese modo instaurar el tratamiento posterior más adecuado.
—¿Cómo son esos procedimientos de cirugía mínimamente invasiva y qué ventajas presentan?
—La cirugía ginecológica, oncológica y de otras ramas, tradicionalmente se había realizado por vía abierta, con grandes incisiones en todo el vientre y hasta el pubis, lo que implicaba un trauma quirúrgico muy importante y un proceso de recuperación muy lento. Si la paciente necesitaba un tratamiento complementario, como quimio o radioterapia, se difería mucho en el tiempo, con implicaciones negativas en el pronóstico. Actualmente, la cirugía mínimamente invasiva ha avanzado tanto, gracias a la laparoscopia y a la robótica, que nos permite abordar la práctica totalidad de las intervenciones de cirugía oncológica por una vía mínimamente invasiva. Eso hace que el trauma quirúrgico sea mínimo. Con tres incisiones de cinco milímetros y una de un centímetro somos capaces de obtener una radicalidad quirúrgica similar a la vía abierta y con un mucho menor trauma quirúrgico.
—¿Qué tipos de tumores ginecológicos interviene con mayor frecuencia, cuáles son los casos más complejos y de mayor riesgo?
—Los tumores más frecuentes son los de endometrio, seguidos de los de ovario y de cérvix. La complejidad viene dada por diferentes factores. Hay unos que son propios del tumor, en qué momento lo hemos diagnosticado, si en una etapa inicial o más avanzada, si hay órganos vecinos que están afectados; necesitaremos tener un margen quirúrgico sano y eso puede suponer una resección de otras estructuras. También habrá factores propios de la paciente, si tiene cirugías previas, cicatrices, adherencias dentro del abdomen que nos impedirán ver correctamente el campo quirúrgico. La obesidad, con la grasa intraabdominal, será otro de los factores que nos podrá limitar.
–Todo eso los hace diferentes…
–Dentro de cada una de las entidades, lo que las hace diferentes es su contexto. Por ejemplo, las cirugías que podríamos decir que son más complejas serían las de recidiva tumoral, en tumores que se han tratado quirúrgicamente, incluso con radioterapia, y que luego los has de rescatar quirúrgicamente porque reaparecen. En esos casos los campos quirúrgicos son grandes retos. El rango de la complejidad de los casos que intervenimos va desde cirugías en estadios iniciales del tumor a otros en los que ya están diseminados.
—¿Cuál es la importancia del ganglio centinela?
—Es una técnica que hacemos en prácticamente todos los cánceres, la determinación del ganglio centinela. En los casos en los que el tumor se ha diseminado a través del sistema linfático, puede extenderse por los ganglios de la pelvis. Se trata de ir a buscar aquel ganglio linfático que tiene mayor probabilidad de recibir el tumor. Una serie de técnicas mediante fluorescencia nos determinan qué ganglio recibirá teóricamente el tumor. Estos ganglios se extirpan para analizarlos, para saber si el tumor ha llegado hasta ese punto. Hay otros casos en los que ya sabemos que los ganglios están afectados. Entonces, simplemente se eliminan. Gracias a la laparoscopia somos capaces de lograr una altísima radicalidad quirúrgica.