Imagen aérea de la carretera que une Palma y Manacor.

Como toda comunidad viva, Mallorca no deja de transformarse y adaptarse a las nuevas realidades. Entre estas transformaciones está el desdoblamiento de la carretera Ma-15 entre Palma y Manacor. La infraestructura cumple ahora 15 años y es momento para echar la vista atrás y hacer balance de lo que ha supuesto esta infraestructura, no solo para los municipios que atraviesa, sino también para el conjunto de la Isla.

Con la inauguración del último tramo, entre Vilafranca de Bonany y Manacor, se daban por concluidas las obras de desdoblamiento de una carretera que en el año 2006 atravesaban más de 20.000 vehículos. No solo esa densidad era ya preocupante, lo era en mayor medida la escasa seguridad de la vía, que registraba accidentes casi a diario, muchos de ellos con fallecidos. La Ma-15 era por aquel entonces una carretera obsoleta, incapaz de dar respuesta al tráfico que soportaba y con un trazado lleno de peligros. La solución vino en forma de desdoblamiento, la fórmula más adecuada para conjugar el menor impacto en el territorio con la eficacia de la movilidad.

Las obras comenzaron el 11 de junio de 2004 y se inauguraron en los primeros días de diciembre de 2006, aunque aún se tardó un poco más en finalizar por completo los trabajos en las vías de servicio. Dos años y medio de obras con unas cifras espectaculares, que incluyeron más de 500 trabajadores diarios; más de 200 máquinas, en su mayor parte de gran tonelaje, entre excavadoras, grúas o camiones; y un coste total que superó los 140 millones de euros.

Con ellas los 50 kilómetros entre ambas ciudades se convertían en unos de los más seguros de las Islas. De un carril por sentido, con giros indiscriminados a izquierda y derecha, multitud de curvas y un firme que no se podría considerar el más idóneo, la carretera pasó a ser de dos carriles por sentido, con una mediana ajardinada de dos metros de anchura para evitar invasiones de carril y deslumbramientos, rotondas y pasos inferiores para evitar el impacto paisajístico y vías de servicio para garantizar la conectividad de todos los usuarios y del vecindario.

Las obras de la carretera se prolongaron entre 2004 y 2007 y tuvieron un coste de más de 140 millones de euros

El Consell de Mallorca y empresa concesionara PAMASA, adjudicataria del contrato de concesión, quisieron que la carretera no estuviera cortada ni un solo día de los que duraron los trabajos. Se logró, a pesar de algunas incomodidades normales y el resultado salta a la vista. Ahora todo el este de la Isla dispone de una carretera ágil y segura gracias a la que se ha ganado mucho en movilidad, no solo en los municipios por los que directamente pasa, sino también en muchos otros que no están directamente a su paso, pero que se conectan a esta vía y desde ella más eficazmente al resto del territorio para desplazarse incluso hasta Artà.

Más de 200 máquinas de todo tipo y unos 500 operarios llegaron a trabajar en el desdoblamiento

Las dotaciones de la Ma-15 son de primer orden. Su trazado, ahora mucho más suave con la eliminación de algunas curvas peligrosas, está vigilado constantemente por cámaras que permiten avisar de cualquier incidencia de forma instantánea. La jardinería y el mantenimiento se cuidan con esmero y garantizan altos estándares de calidad y el aumento de la seguridad dio resultados directos, con cifras de siniestralidad que ya nada tenían que ver con las anteriores a 2007. Pero también se trabaja en el futuro, con la reducción de consumos en aspectos como la iluminación o en la promoción de la nueva y pujante movilidad eléctrica. En especial municipios como Vilafranca o Algaida pudieron por fin pacificar un tráfico a través de sus núcleos. El comercio se resintió en unos casos pero se benefició en otros. El tiempo ha dado la sensación generalizada de que se trató de una obra necesaria que no podía esperar más.