La posibilidad de convertirnos en quién no somos y que deseamos ser es uno de los atractivos del Carnaval. Pequeños y mayores ansían ser sus personajes favoritos y provocar con ello la sonrisa en los demás. En la Isla, la fiesta empieza el Dijous Jarder, y se alarga hasta el fin de semana, cuando tienen lugar los desfiles con comparsas de personas disfrazadas, que se denominan "Rues". Para terminar esta celebración con buen humor, en algunos lugares se celebra el entierro de la sardina, una multitud de gente disfrazada de luto representando el entierro de una sardina.

Los orígenes

A pesar de que el Carnaval tiene una relación directa con el cristianismo, debido a que su celebración va estrechamente ligada a la fecha de la Semana Santa, tiene su origen probable en fiestas paganas como las celebraciones dionisíacas griegas, las fiestas romanas o los homenajes a dioses en Egipto. Según algunos historiadores, sus orígenes se remontan a las antiguas Sumeria y Egipto, hace ya más de 5.000 años, con celebraciones similares en la época del Imperio Romano, desde donde se difundió la costumbre por Europa. En América fueron los navegantes españoles y portugueses los que la llevaron hasta allí en el siglo XV.
En cuanto a su etimología, también hay muchas versiones. Una de ellas es la que se basa en la raíz latina de la palabra Carnaval, al traducir «carnevale» encontramos que es una palabra compuesta de carne (carne) y levare (quitar). Esta versión lo relaciona con una festividad cristiana, ya que el Carnaval se realiza justo antes del inicio de la Cuaresma, lo que supone el disfrute de la carne para dar paso a los 40 días de abstinencia y ayunos. Para otros, deriva de «carrum navale» que se refiere a un festejo de burla.
Como es sabido, esta celebración no cae siempre en la misma fecha, ya que está condicionada por la data de la Semana Santa. El sábado de Carnaval, que es cuando se celebran los desfiles, es el sábado anterior al Miércoles de Ceniza, que a su vez es el día del comienzo de la Cuaresma y es cuarenta días antes que el Domingo de Ramos, que es el domingo anterior al Domingo de Resurrección. A pesar de esta teoría, hay países que comienzan la celebración en distintas fechas. Por ejemplo, en algunos lugares de Alemania el Carnaval se inicia el 11 del mes 11 a las 11.11 horas; en otros puntos lo comienzan el 6 de enero.

En España, durante la época de la Conquista ya era costumbre durante el reinado de los Reyes Católicos disfrazarse en determinados días con el fin de gastar bromas en lugares públicos. En 1523, Carlos I dictó una ley prohibiendo las máscaras. A su vez, Felipe II también llevó una prohibición sobre estos antifaces. Fue Felipe IV quien restauró su esplendor. En la Guerra Civil y el franquismo hubo una fuerte represión del Carnaval. Durante dicha contienda, los generales sublevados resolvieron suspender las fiestas de Carnaval y durante la posguerra incluso se suprimió el nombre favor de otros más blandos. Con el paso del tiempo y el afianzamiento del régimen dictatorial, las restricciones se iban suavizando, pero siempre de acuerdo con el estamento social de los participantes. En los años cincuenta y sesenta la gente podía llevar disfraces en las calles, aunque sin máscaras ni antifaces que sí se permitían en las fiestas privadas. A partir de los 70 y los 80 todo se normalizó y llegó a convertirse en lo que es hoy un día: una fiesta llena de colorido y diversión.

Carnavales emblemáticos

Aunque se celebra por doquier, sólo algunos Carnavales figuran entre los más destacados. Es el caso del Carnaval de Cádiz, que tiene una imagen más jocosa y divertida. Frente a la espectacularidad de otros carnavales, la ironía y en algunos casos mordacidad de las chirigotas gaditanas es un punto a su favor.
Decir Carnaval, suena también a Tenerife, ya que en esta isla está profundamente enraizado el sentir carnavalero, conocido por la vistosidad de sus desfiles, sus carrozas y sus reinas.
Es difícil hacer referencia a los carnavales europeos sin pensar en el de Venecia. Es el Carnaval e indiscutible protagonista por tradición, por evocación y por la sencilla razón de que Venecia en sí es ya una ciudad enmascarada, misteriosa y mágica, en la que en lugar de moverte por un decorado lo vives.
A pesar de ello, el Carnaval por excelencia es el de Brasil. Es tan espectacular, que se cotiza como los grandes espectáculos: se venden entradas para ver los desfiles y las rúas, se venden a las televisiones los derechos de transmisión como si se tratara de grandes partidos de fútbol o de Juegos Olímpicos.

Gastronomía

Además de diversión, el Carnaval en la Isla trae consigo un amplio surtido de platos típicos. Priman las especialidades dulces como las ensaimadas de tallades y las cocas dulces de sobrasada o butifarrón. El plato salado, semejante a un fiambre y que se come frío, es la greixonera de porc, o de carassa, cuya popularidad ha ido en decadencia y sólo la elaboran los profesionales o gentes expertas de los pueblos de la Isla.

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