Pese a ello, la pobreza y las desigualdades siguieron aumentado en el Archipiélago. No en vano, de acuerdo con el Informe sobre el Estado de la Pobreza en las Illes Balears, impulsado por EAPN-Illes Balears, 250.000 personas estaban en riesgo de pobreza y/o de exclusión social. En este sentido, si nos focalizamos en la pobreza laboral, aquella que sufren las personas con trabajo y cuyos ingresos se sitúan por debajo del umbral de la pobreza, ésta se situó en un 9,6%. Es decir, uno de cada diez residentes en el Archipiélago era trabajador pobre y, consecuentemente, no ganaban lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas. Así pues, aunque Balears era uno de los destinos turísticos más populares y su economía se vio impulsada por este sector en el año 2024, la disparidad entre el aumento de la riqueza y la situación de muchas de las personas que trabajaban en Balears fue más que evidente. Y es que el sector turístico, aunque altamente rentable, no siempre ofrecía sueldos dignos, lo que contribuyó a la precariedad laboral. Muchos de los trabajos disponibles eran de baja cualificación y estaban mal remunerados, lo que comportó que una persona pudiera estar trabajando a tiempo completo, pero sin poder cubrir todas sus necesidades. La brecha salarial fue otro factor importante en el aumento de la pobreza laboral.
A pesar del crecimiento económico de Balears, los salarios no aumentaron al mismo ritmo que los costes de vida, especialmente en términos de alquileres y vivienda. La inflación y los precios elevados de los productos básicos dejaron a muchas personas con ingresos bajos sin suficiente poder adquisitivo para cubrir lo más esencial, lo que generó una sensación de estancamiento y desprotección social. Esto se vio reflejado en el aumento de la pobreza infantil y en el incremento de las familias que, a pesar de tener uno o más miembros empleados, se encontraban en una situación de vulnerabilidad económica.
En este sentido, no hay que olvidar que uno de cada tres niñas, niños y adolescentes estaba en riesgo de pobreza y/o exclusión, el mayor valor registrado, con un 33,3%. Por tanto, la pobreza infantil fue una realidad palpable en nuestras islas. Paralelamente, también hay que poner de manifiesto que la tasa AROPE en los hogares con menores se incrementó 3,1 puntos hasta llegar al 24,4%.
En definitiva, a pesar del crecimiento del turismo en Balears y su impacto positivo en la economía, la pobreza y la desigualdad siguieron siendo problemas persistentes en el año 2024. La llegada de visitantes generó empleo y aumentaron los ingresos en sectores como la hostelería, pero estos beneficios no se tradujeron en una mejora real de las condiciones de vida para gran parte de la población.