El año 2024 ha beneficiado los bolsillos de los hipotecados de nuestro país, sin llegar a compensar el notable encarecimiento sufrido a lo largo de 2023.

El año empezó con los tipos de interés en máximos: la facilidad de depósitos del Banco Central Europeo (BCE) tocaba el 4% y el Euríbor a 12 meses parecía estabilizarse cerca del 3,6%. Mientras tanto, la inflación general y subyacente convergían, con valores interanuales del 3,4% y 3,6% respectivamente, y la economía mostraba síntomas de mejora sostenida.

Doce meses después, los tipos de interés mostraban ya una clara tendencia a la baja: la facilidad de depósitos del BCE bajaba al 3% y el Euríbor cerraba diciembre de 2024 en el 2,436%. La inflación propiciaba este cambio de rumbo en política monetaria, situándose por debajo del 3% interanual a inicios de 2025 (2,9% la general y 2,4% la subyacente), lo que permitió al BCE adoptar un tono más acomodaticio sin perder su objetivo a medio plazo del 2%.

En cuanto a los efectos directos en la financiación hipotecaria, un ejemplo concreto nos ayudará a concretarlos: Una vivienda financiada con una hipoteca de 250.000€ en enero de 2023, a devolver en 30 años con un interés variable referenciado a Euríbor + 1%, habría costado financieramente 1.196€ el primer año, 1.291€ en 2024 y empezaría a abaratarse a lo largo de 2025, con una mensualidad de 1.120€.

Respecto a las previsiones, en el momento de escribir estas líneas, casas de análisis como Funcas, Caixabank Research o Bankinter auguran un Euríbor a 12 meses entre el 2,09% y el 2,22% en diciembre de 2025 y entre el 2,11% y el 2,50% a finales de 2026. Si tomamos como referencia el escenario menos favorable en nuestra hipoteca tipo, la cuota de 2026 volvería a bajar a 1.093€, para repuntar ligeramente en 2027 hasta los 1.127€.

Ahora bien, la política monetaria del BCE podría verse condicionada por factores geopolíticos que escapan a su control. El segundo advenimiento de Donald Trump en la Casa Blanca puede truncar todas las expectativas, también en materia de tipos de interés. La guerra arancelaria impactará en la inflación europea, dificultando su trayectoria descendente hacia el anhelado 2%. El BCE estima que la imposición de nuevos aranceles por parte de Estados Unidos encarezca los precios un +0,5% adicional y reste un -0,5% al crecimiento del PIB europeo.

El mayor gasto en infraestructuras y defensa al que nos condena el cambio de rumbo de nuestro histórico aliado no estimulará el crecimiento en la buena dirección. El BCE se encuentra en una encrucijada: si los precios repuntan, su política monetaria debe ser menos acomodaticia. No obstante, un crecimiento débil recomienda tipos bajos. Si bien la capa de incertidumbre actual enturbia el futuro, lo más probable es que el BCE baje menos los tipos de lo previsto y lo haga más tarde.

En el caso particular de las Illes Balears, la reducción de tipos hipotecarios en 2024 ha supuesto cierto alivio para las familias, aunque su efecto balsámico ha quedado amortiguado por el persistente encarecimiento de la vivienda. Las entidades financieras han mantenido una actitud conservadora en su análisis de riesgo, priorizando el crédito a perfiles con empleo estable y ahorros relevantes. Los baleares que no desean o no pueden comprar, ven como el mercado del alquiler se encarece y se reduce en oferta, convirtiéndose en una alternativa cada vez más inaccesible.

Si en los próximos años el crecimiento económico se debilita, los precios no se moderan al ritmo esperado, los tipos de interés caen menos y más lentamente, el escenario para el balear medio será preocupante. En un contexto de escasa oferta de vivienda, tanto en compraventa como en alquiler, y con una demanda habitacional creciente, el acceso a una vivienda digna se complicará todavía más.
Siendo la esperanza lo último que se pierde, aún cabe confiar en que la peculiar y, en ocasiones, histriónica política económica de Donald Trump no acabe siendo tan nefasta para Europa como tememos. De ilusión, también se vive.