Una lectura inicial de los datos de déficit y deuda del 2024 podría hacernos sentir aliviados. El Estado español ha cerrado 2024 con un déficit del 3,15% (44.597 millones de euros) computando los gastos de la DANA y de un 2,8% sin dichos gastos. Esta cifra cumple con las reglas fiscales, mejora el 3,5% alcanzado un año antes y permite mejorar la ratio deuda/PIB hasta el nivel del 101,8%. Por su lado, Balears ha cerrado 2024 con superávit histórico récord de 451 millones de euros que ha permitido disminuir su nivel de endeudamiento en términos absolutos hasta los 8.121 millones, situándolo incluso por debajo del año 2015. En términos comparativos la ratio deuda/PIB de Balears se ha situado en el 19%, un 20% inferior (5 puntos) a los niveles alcanzados en el 2019, y casi 15 puntos por debajo del récord alcanzado en el 2020 (34,8%) a causa del COVID.

Este excepcional comportamiento de Balears y en mucha menor medida del Estado, no debe ocultar que se divisan nubarrones en el horizonte a causa de una potencial subida del coste de la deuda generada por la incapacidad mostrada por los principales gobiernos para contener sus déficits y el crecimiento de su endeudamiento. China, Estados Unidos, Europa y en general los países de la OCDE presentan políticas fiscales que adelantan fuertes aumentos de su deuda. Europa, recientemente, ha anunciado un compromiso para su rearme que implica un gasto extraordinario de 800.000 millones de euros que se une a los 500.000 millones del fondo de inversiones en infraestructuras y descarbonización de Alemania y a las crecientes emisiones mancomunadas de deuda de la Comisión. En los EE.UU Donald Trump se ha comprometido una bajada de impuestos de 4,5 billones de dólares en los próximos 10 años que como en su primer mandato posiblemente disparará el déficit, y todo ello sin tener en cuenta los previsibles efectos depresivos sobre el PIB y los ingresos fiscales de su política errática política arancelaria y comercial. En China, las políticas de incentivos para evitar los efectos depresivos de la burbuja inmobiliaria también presionan la demanda de fondos en los mercados de deuda.

Estos mayores déficits y el peor desempeño de sus economías presionarán, sin duda, el coste de la financiación de la deuda. La OCDE prevé necesidades de emisión de 17 billones de dólares en 2025, el equivalente al 25% de su PIB, que para atraer a nuevos inversores deberán ofrecer tipos de interés más atractivos. La deuda española (al igual que la alemana) ya ha incrementado sus tipos un 0,4% en algo más de 3 meses, precisamente en un momento en que el BCE ha estado relajando sus costes de financiación. En EE.UU, la deuda americana ha visto como recientemente perdía su calificación AAA mostrándose su coste muy volátil a causa del transvase de fondos desde la bolsa. Pero no sólo es la enorme demanda de fondos lo que empuja el coste sino las crecientes dudas sobre la solvencia de la deuda en un momento de estancamiento y de menor disciplina presupuestaria como refleja la relajación de las nuevas reglas fiscales europeas o la no contabilización del coste del rearme. En este clima, no es de extrañar que activos alternativos como el oro batan continuos récords de precios y aumente la presión sobre la deuda.

Los costes financieros del bono a 10 años en España estaban en enero del 2025 en el 3,39% mientras que diciembre se habían situado en el 3%. Este repunte puede ser no accidental e implica un sobrecoste anual en los presupuestos de las administraciones del 0,1% del PIB (1.600 millones de euros) por cada décima que aumente el coste medio de la deuda. Por otro lado, cabe recordar que el BCE a finales del 2024 aún poseía en su balance más de un 28% de la deuda española (459.398 millones de euros) y que pretende colocar en los mercados 51.000 millones a lo largo del 2025. Con una resistencia a la disminución de la inflación causada por las guerras arancelarias y el mayor gasto en defensa, el BCE se verá obligado a mantener su quantitative tightening poniendo en el mercado parte de los casi 4 billones de deuda acumulados entre 2015 y 2022. Solo en el caso español los casi 51.000 millones de deuda citados se acumularán a las emisiones de deuda nueva que sólo en el 2024 fueron de 64.000 millones y que deberán buscar un hueco en unos mercados internacionales ya saturados. En definitiva y por desgracia, en los próximos meses puede que volvamos a oír hablar del coste de la deuda y de las primas de riesgo.