Hace algo más de un año, en los primeros meses de 2022, andábamos saliendo de la última oleada fuerte de contagios de la COVID-19, que nos había mediatizado profundamente la anterior Navidad y entrada del año y que, de la misma manera, llenaba de incertidumbre la temporada alta.

Esa incertidumbre -probablemente el peor escenario al que se enfrente un empresario/a a la hora de planificar, decidir, gestionar y tomar decisiones- se vio acentuada por el estallido de la guerra de Ucrania-. Una invasión sinsentido por parte de Rusia que, además del insoportable dolor humano que causa, ha traído consigo nuevos contratiempos y obstáculos a la economía global de la que España y Balears no son ajenas.

Nuestro archipiélago, como el resto del país, sigue arrastrando y tratando de dejar atrás esta doble crisis: dos años durísimos de pandemia (2020 y 2021 parecen muy lejanos, pero son muchas las empresas que aún no han conseguido volver a la situación previa), donde el PIB balear cayó el doble que la media nacional y aún no se ha recuperado plenamente; y la crisis energética e inflacionista vivida en 2022, aún no superada, con los consiguientes sobrecostes que las empresas han tenido que afrontar el último año y que han mermado considerablemente la rentabilidad empresarial. La salida de ambas, a lo largo de este 2023, puede tomar un impulso definitivo si la temporada turística se asemeja a la del año pasado. Una temporada 2022 donde el turismo, pese a la citada incertidumbre, volvió a resurgir a partir de la Semana Santa, con toda la fuerza y el empuje que nuestras empresas han demostrado una vez más, alcanzando niveles de visitantes y ocupación muy cercanos a los del exitoso 2019 y, quizás lo más importante, alargando la temporada hasta finales del pasado noviembre.
Como consecuencia hemos tenido un último invierno económico más corto de lo habitual. Durante los meses valle, las cifras de empleo mantuvieron la dinámica con las que cerraron la pasada temporada y, aun teniendo que enfrentarse a la ralentización económica nacional e internacional, principalmente en los países de nuestros mercados emisores, las empresas han afrontado con confianza este 2023. Así lo puso de manifiesto el informe ‘Perspectivas Balears 2023’ elaborado por KPMG en colaboración con la CEOE, que eleva al 80% los empresarios que confían en aumentar sus ventas a lo largo de los presentes doce meses.

No obstante, este elevado positivismo se reduce a menos de la mitad cuando a los directivos se les pregunta por la contratación: sólo el 48% prevé aumentar plantilla. Los efectos de la escalada de los precios, que parece moderarse este 2023 pero a un ritmo muy lento, han sido devastadores para muchas pymes que se han quedado por el camino. No podemos olvidar los graves efectos de una inflación disparada, que a mediados de 2022 alcanzó casi el 11%, una cifra no vista en nuestro país en varias décadas. Es de esperar, según las estimaciones de las patronales, que el IPC siga rebajándose hasta situarse en torno al 4% a finales del año.

En el lado de los supervivientes, todos aquellos que han valorado el ejercicio anterior como positivo por el volumen de trabajo, también han visto muy mermada la rentabilidad. Dos de cada tres empresarios de Balears han tenido un impacto alto o muy alto en el margen de beneficios por culpa de la inflación. Y esta menor rentabilidad se ve plenamente reflejada en la firma de nuevos contratos, que lleva disminuyendo en las Islas desde el pasado septiembre.

Todo a pesar de que, entre los grandes retos que afronta el tejido empresarial balear está la necesidad de encontrar trabajadores cualificados que cubran los muchos puestos que quedaron vacantes por diferentes razones durante la pandemia. La mayoría de los sectores productivos necesita personal, como ya quedó demostrado durante el pasado verano y se repite en éste. No es un problema de rápida solución, pero el diagnóstico sí que parece generar consenso: desde CAEB seguimos apostando por la formación específica y de todos los niveles para atraer talento y fidelizar el que también generamos en casa, como ya muchas de nuestras asociaciones empresariales. Es uno de los grandes desafíos al que nos enfrentamos y que requiere de una firme colaboración público-privada para seguir ofreciendo una oferta turística de primer nivel y, además, para que otras industrias potentes y/o emergentes en Balears (construcción, tecnológicas…) sigan creciendo en un entorno cada vez más exigente y competitivo.

En este sentido, los empresarios están deseando poder contar con los fondos europeos destinados a la recuperación, digitalización y resiliencia, cuya llegada ha sido hasta ahora menor y más lenta de lo esperado. La expectativa general es que el proceso se acelere a medida que avance el año. La digitalización y transición energética son dos de los ámbitos que concentran un mayor número de convocatorias y de importes asignados, por lo que ayudarán a las pymes al progreso económico, social y medioambiental de Balears. También estamos expectantes ante el desarrollo de la parte fiscal del Régimen Especial de Balears, incluida ya en los Presupuestos Generales del Estado, aunque con límite temporal y sin llegar a solucionar aspectos tan importantes para la competitividad de nuestras empresas como el caso de la Ley de mínimis.

Con estos retos y grandes desafíos por delante, afrontamos un 2023 con el optimismo señalado. Y desde CAEB reclamamos el protagonismo que el sector empresarial merece. No valemos sólo para ser llamados en ocasiones de emergencia, también exigimos nuestro espacio y voz en las mesas de diálogo social, a nivel nacional y autonómico, cuando los temas nos afectan directamente. En un año plenamente electoral, las decisiones políticas no pueden marcar la agenda económica, no se pueden tomar sin el consenso de todos los agentes sociales. Subidas unilaterales del Salario Mínimo Interprofesional -que penaliza especialmente a las pymes por su reducida estructura y menor productividad-, subida generalizada de las cotizaciones del sistema público de pensiones, etc., recargan aún más los costes laborales de un tejido empresarial que ya soporta una carga impositiva de las más altas de Europa. Todas estas decisiones pueden acabar afectando a la creación de empleo.

A la falta de diálogo, consenso y/o comunicación por parte de los representantes políticos, hemos asistido en los últimos meses a una campaña de desprestigio del mundo empresarial en España nunca vista hasta la fecha. No somos el enemigo de nadie; al contrario, los empresarios son los que crean empleo y generan riqueza, son los primeros interesados en cuidar, proteger y dar bienestar a las personas trabajadoras. Apostamos por unir, hablar, llegar a acuerdos… a la par que no nos cansamos de reclamar la colaboración público-privada, las rebajas o incentivos fiscales.

No nos gusta el pesimismo, somos partidarios de mirar la parte positiva de cada situación. Tres años después del estallido de la pandemia, este debe ser el año en el que por fin recuperemos todo lo perdido, que fue mucho. Pero no engañamos a nadie: Balears cerró 2022 con un crecimiento del 11,2% del PIB, más de dos puntos por encima de 2021 (8,9%), pero también es cierto que la trayectoria ascendente se vio gravemente truncada por el conflicto en Ucrania y evitó que el año pasado se enjugara toda la caída provocada por la crisis sanitaria.

Ahora sí que parece que estamos en la recta final hacia el punto que se vio interrumpido bruscamente hace tres años. La resiliencia de las empresas, primero, y ahora el empuje empresarial nos permitirán, si no sufrimos ningún otro sobresalto a escala internacional (o local), que Balears recupere totalmente ese gran ‘agujero’ que nos dejó el parón de 2020. Y es en estos momentos donde los empresarios/as de estas Islas, como los del resto del territorio español, merecen también su reconocimiento.
Balears saborea una época llena de oportunidades, de un crecimiento que será sostenible o no será, basado en la economía circular, la tecnología y la innovación que permita mejorar la productividad de las empresas. Para lograrlo, éstas necesitan un marco regulatorio flexible, seguro y previsible, que gane en agilidad y reduzca las cargas burocráticas. Con seguridad jurídica y estabilidad política. Un marco que permita a los emprendedores poner en marcha sus proyectos, que fomente la cultura del esfuerzo, que permita retener el talento y segur avanzando de forma sostenible en un contexto mundial inflacionista, con constante incremento de costes de producción, y enormemente competitivo.
La preservación del tejido empresarial y su expansión permiten el mantenimiento y la creación de más y mejores puestos de trabajo. Con esta fórmula crecemos y ganamos todos.