Es difícil dilucidar qué año fue el de la recuperación, algunos le adjudican el título al 2021, otros le dan el diploma recuperatorio al 2022. Lo cierto es que ambos han estado marcados por la salida paulatina y remontada posterior a la catástrofe del covid.

Los hitos económicos del 2022, aparte de la recuperación notable, más que patente e innegable, han estado marcados por la crisis energética, la inflación y las tasas de interés que se disparaban. Por tanto, el resumen económico anual será el fruto de la conjunción de la recuperación con los factores ahora enunciados.

La guerra de Ucrania, que estalla a principios de año, da el pistoletazo de salida a la crisis energética, desplazando de golpe a la gran amenaza que aún coleaba en ese entonces: la variante ómicron. Fue un inicio de año, y también de temporada turística, muy dubitativo e incierto, aún con restricciones generalizadas, si bien no tan incisivas como las de los años previos. A la par, se preveían notables interrupciones en las cadenas de suministro, producto aún de la larga parálisis pandémica. Ello hizo que el inicio de la temporada, que todos esperábamos con expectación, fuera muy desigual. Por nacionalidades se reflejó de manera clara que mientras los británicos se lanzaban a reservar paquetes turísticos y acudían en masa a las islas como si nada hubiera pasado, los alemanes andaban muy preocupados con la guerra, relativamente próxima a su país, y atemorizados por los anuncios de escasez de suministro de gas, contemporizaron sus salidas de vacaciones. De hecho, el cómputo total de entrada de viajeros alemanes durante el mes de mayo del 2022 es uno de los peores que se recuerdan.

Nadie podía esperar que Europa occidental tuviera que apresurarse a buscar nuevas fuentes de suministro energético a costa de precios mucho más altos, exorbitantes durante muchos meses, y que al mismo tiempo provocaba un auge exponencial de los precios alimentarios, habida cuenta de la notoria importancia de Ucrania y Rusia en la producción mundial de alimentos.

Ambas subidas de precios, la energética y la alimentaria, ponían nuevamente en jaque la temporada. Afortunadamente el sobresalto inicial quedó atrás. Los meses centrales de la temporada fueron más que satisfactorios en términos de productividad y llegada de turistas. La verdad es que nadie pronosticó esa aceleración tan pronunciada que sorprendió al conjunto de los actores implicados en este negocio y también al resto de la sociedad. Fue precisamente este factor repentino y súbito el que puso de manifiesto algunas de nuestras carencias y problemas socioeconómicos más palpables: falta de mano de obra en todos los sectores; falta de vivienda disponible a precios asequibles; sobreexplotación de recursos naturales; movilidad deficiente y conexiones insuficientes.

Los problemas expuestos ya han dejado de ser coyunturales, no se acotan únicamente a la temporalidad turística, e incluso se ha llegado a decir que somos demasiados los que residimos en estas islas. A ello se une el nuevo paradigma mental poscovid que ha hecho repensar y reorientar hacia nuevas direcciones los valores, dogmas y creencias que antes dábamos por correctos: puntuando a la baja aquellos relacionados con el esfuerzo, el trabajo, la dedicación o el estudio; y, por contra, cotizando al alza todo aquello que tenga que ver con el ocio, la relajación, disponer de tiempo, el disfrute, en definitiva.

En el ámbito empresarial, también podemos decir que la visión está cambiando. Por lo general se es plenamente consciente que la alta productividad no siempre va ligada con altos márgenes de beneficios y se sopesan mucho las acciones y servicios que se adoptan o prestan ya que un teórico «más» puede convertirse, al final, en un contundente «menos».

Entramos entonces, en una nueva era. Tal vez estas islas sean de las grandes beneficiadas en este nuevo orden de cosas que poco a poco se va abriendo paso, podemos ofrecer ocio y disfrute a manos llenas. Pero antes tendremos que dar solución a los problemas expuestos o al menos ser capaces de trazar una hoja de ruta que nos lleve a transitar hacia otro modelo turístico y socioeconómico que intente aunar y dejar al menor número de gente posible atrás, sí, es difícil, pero ya saben, renovarse o morir.l